Reflexiones desde un balde lleno de agua II
Estuve en Alcanadre. Se me fue la ansiedad. El pie me dolió, pero de felicidad, ese tipo de dolor que sabes que proviene de un buen momento, y que realmente no te importa sentir. Con 22 años me comporté como un crío retrasado de 3, pero no me importó porque realmente me lo pasé bien -y porque estaba rodeado de otros críos retrasados de 3 años-. Y ahora tengo ansiedad de nuevo, así que no sé si la cura ha sido Alcanadre o esos críos retrasados de 3 años. Sea lo que sea, ambas respuestas son tristes, pero acertadas a mí manera, que es la que me importa. La dolencia sé que es el domingo, el maldito domingo es el día triste por excelencia. Me he leído dos libros en media semana, medio obligado, y lo peor de todo es que no lo he podido disfrutar más. Estoy enfermo.