Una generación perdida
entre las manos brumosas
que nos dejaron caer.
La esperanza se derrite
entre los gritos y horrores
que nos vieron nacer.
Y no nos pregunten
qué es lo que no pasa,
que algunos se van de cáncer,
no van a volver.
No nos pregunten
porque simplemente no tenemos…
Respuestas.
Vagamos en nuestro devenir
como dueños de la nada,
que el destino de nuestras vidas
depende de una mochila vacía
que deja lágrimas como mapa
de vuelta a casa.
Solo nos tenemos a nosotros,
pero es que, entre tantos suspiros,
casi se nos va el alma.
Algunos tiemblan al caminar,
porque ese camino manchado en lágrimas
nos lleva al pozo de las ánimas,
donde todas las nuestras
han ido a caer en busca
de un verdadero sendero.
Nosotros solo ofrecemos dudas,
la certeza se nos escapa.
Sembramos incertidumbre
para recoger ansiedad,
y con esta pesada carga
estamos condenados a regar ese camino
que nos dirige fatalmente
hacia, si os soy sincero,
no sé qué lugar,
(y qué miedo me da).
Porque a esta generación
se le ha negado hasta el derecho
de navegar sin rumbo.