Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

Categoría: Blog personal

Interview Underground – #1- Grunge y Poesía Con Samuel Cerdera

Interview Underground – #1- Grunge y Poesía Con Samuel Cerdera

El pasado fin de semana, los creadores de «Millenial Sadness» me hicieron una entrevista relacionada con la música, el grunge, la poesía y algunos de mis poemarios. La charla fue muy interesante y me sentí completamente cómodo hablando con ellos. Es un proyecto reciente de mucha calidad y pasión que intenta hacerse un espacio dentro del mundo de Youtube y el formato podcast, así que no dudéis en echarles una mano.

Diario de a bordo (8)

Diario de a bordo (8)

Novedades. Acabo de firmar un contrato con una editorial para poder hacer realidad mi próximo poemario. Prefiero mantener algunos datos todavía en secreto hasta que el libro sea una realidad, para que la sorpresa sea todavía mayor. Con total seguridad saldrá al mercado dentro de un mes, más o menos, por lo que no tendréis que esperar demasiado. Sigue un esquema semejante al del anterior poemario, aunque con un contenido bastante más maduro y trabajado, además de un hilo conductor que se separa de las estaciones del año. Todavía tenemos que trabajar con el maquetado y la portada, que quiero que sea especial y algo artístico. Esta primera edición será de 300 ejemplares, los cuales espero que agotéis pronto.

Sí que hablaré de cómo me siento. Han sido tres años muy fructíferos en cuanto al mundo de la poesía. Autoedité Poemario estacionario corriendo y deprisa, pero aún con ello, fue una gran experiencia. Con él he ido trabajando en estos tres años, y, a medida que pasaba el tiempo, sentía que era un poemario que cada vez me representaba menos, tanto como persona como escritor. Así que, este libro, basado en los errores pasados, pero aceptándolos, era una necesidad que por fin voy a poder subsanar. Incluso he de decir que ahora mi relación con la poesía es distinta a como aparece en este nuevo libro, por lo que esto se me asemeja como un cierre de ciclo bastante claro. Mis ganas de escribir ahora marchan por otro derroteros, más prosaicos, y algo me dice que debo aprovechar el tiempo. Tengo en mente otros proyectos alejados de la poesía en los que deseo invertir bastante tiempo pues puede resultar algo muy interesante de ellos.

También he podido compartir mi poesía en directo con mis seres queridos y aquellas personas que han decidido darme una oportunidad, como en La Lonja o en el Agosto clandestino. Desde luego que este año 2020 no está siendo el más indicado para publicar un libro, mucho menos para presentarlo y realizar con él recitales, pero era ahora o nunca. Mi intención en este año es presentarme a una oposición futura que exige un estudio continuo y dedicado, por lo que, «»»perder el tiempo»»» escribiendo, es algo que quizás no pueda permitirme.

Muchas gracias a todos aquellos que habéis gastado aunque sea un minuto leyéndome, porque a la larga es cierto eso de que nada vale más que el tiempo. Espero que esta buena noticia sea la primera de muchas.

Samuel Cerdera García

Vamos a morir todos

Vamos a morir todos

Tú, el que estás leyendo, yo, el que escribo. Nuestros padres, nuestras madres, la familia querida y la que nos es impuesta. Morirá tu perro, el gato e incluso mi pez, que muere pero no muere porque se muere. Morirán tus amigos, el que se lo merece y el que disimula tanto que parece que no se lo merece, pero se lo merece. Morirán tus profesores, el conductor del autobús, tus compañeros de trabajo y tu jefe. Morirán tus hijos, si los tienes. Se quedará una Tierra baldía al principio, sana y fuerte después. Llegarán otros ‘yos’ y otros tús’, y también morirán cuando les toque. En definitiva, que vamos a morir todos, pero todos todos. No vamos a quedar ninguno de los aquí presentes, acaso nuestro hipotético y frágil recuerdo, que valdrá poco.

Que hay que morirse que si no la vida se queda a medias. Pero, ninguno vamos a morir por un virus con nombre de realeza. Moriremos sin darnos cuenta, de forma anónima. Como una astuta serpiente la muerte se deslizará sobre nosotros, sin avisar. No habrá tambores ni sirenas, tan solo algún lloro con aires de arrepentimiento. Nos iremos con la vida entre las manos, acaso la suya entre mis fríos dedos.

Estimada madre:

Estimada madre:

Le escribo desde la tranquilidad que da la noche. Al parecer (me he enterado hoy), los aviones no se fían de hacer sus bombardeos con la luz de la luna por la baja visibilidad, vaya a ser que hieran a los suyos. Jah… Los suyos, como si nosotros no fuésemos de los suyos, ¿verdad madre? Ahí tenemos a Marquitos, luchando con los otros, y él sigue siendo tan mío como cuando éramos chicos. Suyos, nuestros, no llego a entenderlo del todo, la verdad.

Tampoco llego a comprender del todo esos discursos que echan por la radio o los que nos dan los señores que vienen con traje. Dicen muchas palabras pero a mí todo me suena a guerra, a odiar y a que sigamos disparando. Y a mí eso de disparar no me place. Ya sabes madre que en el pueblo era de los mejores cazadores, que nada me gustaba más que disparar a perdices, codornices, y cuando era época, a los venaos… Pero es que eso es distinto. Madre, creo que he matado a un hombre. Fue la semana pasada. Se me puso en el punto de mira y disparé. Pura costumbre. No sé ya cuántos cargadores llevaré gastados, aquello fue un tiro sin querer. Al principio no le di más importancia de la que tiene, simplemente vi desaparecer al hombre. Pero luego por las noches la imagen me venía una y otra vez a la mente. ¿Y si ese hubiese sido Marquitos? Sé que no, aquel hombre era menudo y ya sabemos todos lo alto que está Marquitos, pero… Pudiera haber sido él. Mi dedo fue más rápido que mi mente. No hubiese podido detener aquel tiro. Nada de esto tiene sentido.

Nos dicen que sigamos, que vamos ganando terreno, que es mejor para nosotros y que el enemigo es peor que Belcebú. Que ya sabe usted madre que me metí en esto por algo. Que se nos estaba quedando mal sitio para vivir y que el cambio era necesario. Y quería defenderles a ustedes. Que sigo creyendo que todo esto es por el bien común, que dentro de los otros hay malcriados que no tienen respeto por nada… Pero ojalá hubiera una manera más humana. Eso es lo que estoy sintiendo madre, que se nos va la humanidad poco a poco en cada tiro que pegamos. Que puede que ganemos esto, que puede que dentro de muchos años la excusa de tanta sangre derramada nos alivie… Pero, ¿podré olvidar alguna vez todo lo que he visto? No quiero darle detalles porque prefiero que solo sepa lo necesario, pero ya le digo que nada de lo que he visto podría jamás merecer ninguna excusa.

Pero yo no puedo hacer nada. Ojalá toda esta pasión se utilizase en hacer todo de mejor manera. Luchar por lo que de verdad merece la pena perder sangre. Yo lucharía por usted, madre, y por toda la familia. Y en parte eso pretendo, que no lleguen hasta donde están ustedes. Pero aquí no se lucha ni por el bien común ni por los seres queridos. Aquí se lucha por ideas que yo no entiendo. Que si unas banderas, territorios. En el pueblo solo entendemos de tierra, ¿verdad madre? y quien me diga que su bandera no es otra sino el sol, es un necio. Se me queda grande esta guerra.

Más adelante en esta semana le escribiré algo más largo, que ahora ya me están echando la bronca por utilizar la linterna a estas horas. No dejo dormir a los compañeros quiero decir. Como siempre le digo, todos los besos que se pueda imaginar se quedan cortos. Cuídese y salga poco a la calle; las personas ya no son las mismas después de tanto odio. Espero volver a verla pronto, pero es un deseo iluso. Esta guerra, aunque termine, durará siempre. Si Marquitos escribe por fin, que seguro que lo hará, dígale que su hermano mayor piensa en él todos los días. Que si me ve no dispare a matar, que con darme en un pie es suficiente.

Hasta pronto madre.