Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

Vamos a morir todos

Vamos a morir todos

Tú, el que estás leyendo, yo, el que escribo. Nuestros padres, nuestras madres, la familia querida y la que nos es impuesta. Morirá tu perro, el gato e incluso mi pez, que muere pero no muere porque se muere. Morirán tus amigos, el que se lo merece y el que disimula tanto que parece que no se lo merece, pero se lo merece. Morirán tus profesores, el conductor del autobús, tus compañeros de trabajo y tu jefe. Morirán tus hijos, si los tienes. Se quedará una Tierra baldía al principio, sana y fuerte después. Llegarán otros ‘yos’ y otros tús’, y también morirán cuando les toque. En definitiva, que vamos a morir todos, pero todos todos. No vamos a quedar ninguno de los aquí presentes, acaso nuestro hipotético y frágil recuerdo, que valdrá poco.

Que hay que morirse que si no la vida se queda a medias. Pero, ninguno vamos a morir por un virus con nombre de realeza. Moriremos sin darnos cuenta, de forma anónima. Como una astuta serpiente la muerte se deslizará sobre nosotros, sin avisar. No habrá tambores ni sirenas, tan solo algún lloro con aires de arrepentimiento. Nos iremos con la vida entre las manos, acaso la suya entre mis fríos dedos.

Frontera

Frontera

Estamos en la frontera de una nueva década que golpea con la fuerza de un siglo pero que se desvanece como la tarde de un domingo. El tiempo pasa pesadamente rápido y a veces da miedo la velocidad a la que se acerca el futuro. Las exigencias personales juegan en nuestra contra y aterra saber que a lo mejor un día futuro uno mira atrás y, sorprendiéndose, no está contento con lo conseguido (o no ha conseguido lo que le pone contento). Es terrible la posibilidad de fallarse por algo que ni siquiera ha ocurrido. O crear algo que no tendría que suceder. O querer algo que no va a aparecer. U obtener logros sin a nadie querer. Simplemente es terrible tener que mirar tanto al futuro porque lo que nos sostiene ni siquiera ha pasado. Somos una generación que va a ciegas hacia la oscuridad. Quiero decir, da igual que abramos los ojos, que nos han quitado la luz y temo que no sepamos recuperarla.

Samuel Cerdera García

Diario de a bordo (7)

Diario de a bordo (7)

El libro está registrado. El título permanecerá anónimo hasta que os pueda contar algo bueno, esperemos que no tarden demasiado en llegar las buenas noticias. En mi futuro más próximo hay una participación, en forma de recital, en una sala de exposiciones donde un autor expone sus obras. No más de cinco o seis poesías de mi «arsenal» que de alguna manera se acerquen a la obra de dicho autor. No puedo decir más pero en breve lo anunciaré por las redes sociales.

También tengo en el punto de mira un concurso con el que pienso participar con una versión reducida del nuevo poemario. Será el primer intento en lo que preveo será una serie de intentos bastante extensa. Ya la idea de la autoedición queda atrás por falta de tiempo y dinero.

Por si alguna persona está interesada en introducir algún tipo de obra dentro del Registro de la Propiedad Intelectual, a continuación expongo a grandes rasgos cuáles son los principales pasos para ello:

1. Tener una obra (jejeje).

2. Comprobar dónde se encuentra el RPI de vuestra provincia. A día de hoy se puede hacer todo de manera telemática, y los pasos son los mismos, tan solo cambia el hecho de mandar todo a un correo electrónico.

3. Descargarse los formularios que se correspondan a tu tipo de obra (literaria, teatral, científica) junto al formulario de autor/es. Rellenarlos.

4. Una copia de tu obra, encuadernada y con portada, donde se vea con facilidad el título de la obra y su autor. Muy importante que esté paginada.

5. Con todo esto (formularios y copia) ir al RPI y entregar todo. Una vez entregado te informarán de las tasas correspondientes a las características de tu obra (En mi caso fueron 12,34 €, bastante asequible para todo tipo de carteras).

6. Deberás hacer un ingreso de esas tasas en la cuenta bancaria que se te indique y volver al Registro con un recibo que demuestre que ese ingreso ha sido efectivo.

7. Una vez hecho todo esto, se te dará un papel que acreditará momentáneamente los derechos de la obra hasta que en un máximo de tres meses lleguen los definitivos.

¿Por qué «gastar» el tiempo en registrar tu obra? Porque es un auténtico seguro de vida del escritor. Judicialmente se ha registrado esa obra como tuya, por lo que en posibles complicaciones (editores de moral discutible, posibles robos, envío a concursos, etc.) estás totalmente a salvo de la mala praxis ajena. Nadie, salvo tú, tiene la última palabra respecto a tu obra, y la ley te avala.

Ahora tan solo queda saber cuántas páginas le restan a este diario…

Estimada madre:

Estimada madre:

Le escribo desde la tranquilidad que da la noche. Al parecer (me he enterado hoy), los aviones no se fían de hacer sus bombardeos con la luz de la luna por la baja visibilidad, vaya a ser que hieran a los suyos. Jah… Los suyos, como si nosotros no fuésemos de los suyos, ¿verdad madre? Ahí tenemos a Marquitos, luchando con los otros, y él sigue siendo tan mío como cuando éramos chicos. Suyos, nuestros, no llego a entenderlo del todo, la verdad.

Tampoco llego a comprender del todo esos discursos que echan por la radio o los que nos dan los señores que vienen con traje. Dicen muchas palabras pero a mí todo me suena a guerra, a odiar y a que sigamos disparando. Y a mí eso de disparar no me place. Ya sabes madre que en el pueblo era de los mejores cazadores, que nada me gustaba más que disparar a perdices, codornices, y cuando era época, a los venaos… Pero es que eso es distinto. Madre, creo que he matado a un hombre. Fue la semana pasada. Se me puso en el punto de mira y disparé. Pura costumbre. No sé ya cuántos cargadores llevaré gastados, aquello fue un tiro sin querer. Al principio no le di más importancia de la que tiene, simplemente vi desaparecer al hombre. Pero luego por las noches la imagen me venía una y otra vez a la mente. ¿Y si ese hubiese sido Marquitos? Sé que no, aquel hombre era menudo y ya sabemos todos lo alto que está Marquitos, pero… Pudiera haber sido él. Mi dedo fue más rápido que mi mente. No hubiese podido detener aquel tiro. Nada de esto tiene sentido.

Nos dicen que sigamos, que vamos ganando terreno, que es mejor para nosotros y que el enemigo es peor que Belcebú. Que ya sabe usted madre que me metí en esto por algo. Que se nos estaba quedando mal sitio para vivir y que el cambio era necesario. Y quería defenderles a ustedes. Que sigo creyendo que todo esto es por el bien común, que dentro de los otros hay malcriados que no tienen respeto por nada… Pero ojalá hubiera una manera más humana. Eso es lo que estoy sintiendo madre, que se nos va la humanidad poco a poco en cada tiro que pegamos. Que puede que ganemos esto, que puede que dentro de muchos años la excusa de tanta sangre derramada nos alivie… Pero, ¿podré olvidar alguna vez todo lo que he visto? No quiero darle detalles porque prefiero que solo sepa lo necesario, pero ya le digo que nada de lo que he visto podría jamás merecer ninguna excusa.

Pero yo no puedo hacer nada. Ojalá toda esta pasión se utilizase en hacer todo de mejor manera. Luchar por lo que de verdad merece la pena perder sangre. Yo lucharía por usted, madre, y por toda la familia. Y en parte eso pretendo, que no lleguen hasta donde están ustedes. Pero aquí no se lucha ni por el bien común ni por los seres queridos. Aquí se lucha por ideas que yo no entiendo. Que si unas banderas, territorios. En el pueblo solo entendemos de tierra, ¿verdad madre? y quien me diga que su bandera no es otra sino el sol, es un necio. Se me queda grande esta guerra.

Más adelante en esta semana le escribiré algo más largo, que ahora ya me están echando la bronca por utilizar la linterna a estas horas. No dejo dormir a los compañeros quiero decir. Como siempre le digo, todos los besos que se pueda imaginar se quedan cortos. Cuídese y salga poco a la calle; las personas ya no son las mismas después de tanto odio. Espero volver a verla pronto, pero es un deseo iluso. Esta guerra, aunque termine, durará siempre. Si Marquitos escribe por fin, que seguro que lo hará, dígale que su hermano mayor piensa en él todos los días. Que si me ve no dispare a matar, que con darme en un pie es suficiente.

Hasta pronto madre.