Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

Reflexiones después de un velatorio

Reflexiones después de un velatorio

Vaivén de visitas, minutos que te faltaron o que quizás te sobraron. Minutos que restan para vernos ahí. Sorprendidos por la gente que te acude en romería, tristes porque no lo hicieran en vida, rotos como la nube que ha dejado caer un poco de abono sobre el ambiente ennegrecido de pena, que ya no puede borrar la negrura de tu interior.

Un hijo te llora por dentro, otro te llora a cántaros y yo te lloro así, supongo, quejándome en blanco y negro. Se me acabaron las penas en otros terrenos, abuelo, pero cantar siempre canto, y te cantaré. Lágrimas no te faltarán de tus ocho ángeles, seguro; espero que te mezan tranquilamente hasta donde llegues. Si no llegas… Que en mi intento estúpido de escribir llegues a otros sitios, aunque sea conmigo a un final anónimo pero lleno de suspiros satisfechos.

Mucho ruido para tanta muerte, tanta muerte para un solo hombre, que no ha querido repartirse entre todos, que te quería rápido para ella sola. Veintiún días, sus noches y sus días y sus lloros y sus penas. Te ha velado como nosotros lo hacemos ahora, tampoco puedo culparla, esto funciona así.

En abril que en abril llueve, en abril que en abril muere…

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