Reflexiones nocturnas
Hay canciones que te transmiten recuerdos que no tienes. Dolores de los que careces. Sueños que no te apetecen. Preocupaciones que fueron gozos. Te enseñan un poco más del mundo. Quizás todo eso es parte de la magia de la música. La música nos descubre, y no nosotros a ella. Cuando escuchamos una canción nueva es ella la que nos cambia. Ella ya estaba ahí, esperándonos, como una especie de baúl con secretos que nos eran desconocidos. Incluso antes de su invención, ese ritmo ya existía, esperando a que derramemos una lágrima o saltemos de alegría. Hay canciones que son partes de nosotros que no conocíamos o que desaparecieron hace demasiado tiempo. Y no las escuchamos una y otra vez porque estemos ensimismados por su ritmo, sino porque queremos meter más y más la cabeza en ese baúl, y mirar bien dentro de lo que somos. Pero luego otra canción emerge y descubrimos otro yo. Y luego otro, otro y otro. Y entonces te das cuenta de lo verdaderamente grandiosa que es la música, sea cual sea.