No valgo nada
Creo que llevo arrastrando
una depresión de caballos
demasiado tiempo
como para seguir estando aquí.
A lo mejor soy demasiado tonto
como para sentir
o lo suficientemente listo
como para olvidar que sí lo hago.
A lo mejor la estoy arrastrando
yo a ella para tener siempre
una compañera.
Pobre depresión teniendo que aguantar
mi loca cabeza.
O simplemente es una excusa para esconder
que en verdad no valgo nada.
Reseña «La rima del viejo navegante» -y otros poemas- (Samuel Taylor Coleridge)
Hay clásicos de la literatura que debes leer. En este caso, si te gusta la poesía, el que voy a analizar es uno de ellos. Una de las obras cumbre de la literatura inglesa, creada por uno de los poetas más importantes de la literatura anglosajona en uno de los movimientos más trascendentales de la literatura universal, el Romanticismo. La rima del viejo navegante contiene todos los elementos típicos y que marcan al Romanticismo, y es un poema que servirá de influencia a otros escritores venideros.
Empezando con el análisis, me gustaría empezar poniendo unos versos que me parecen muy paradigmáticos de lo que se trataría este largo poema.
Me quiero centrar ahora en el poema que más me ha llamado la atención de esta colección, Cristabel.
Este poema, más reducido en extensión que el anterior, trata de cómo una joven, la cual da título al poema, vagando por el bosque en busca de ausencia de recuerdos por la partida de su enamorado, se encuentra con una bella dama que ha sido molestada por cinco jóvenes. En un ejemplo de solidaridad con la dama, de nombre Geraldine, ambas vuelven juntas al dormitorio de la primera, pero cuando se disponen a introducirse en el lecho, Cristabel descubre una deformidad en el cuerpo de Geraldine, y antes de poner hacer nada, cae rendida ante sus encantos.
En el poema se encuentra una de las primeras apariciones del vampirismo en la literatura inglesa según los estudiosos. A mi parecer no es tan claro que sea una vampira, o no al menos la imagen que tenemos en la actualidad de vampiro, pero sí se ve claramente que es un ser, cuanto menos, endemoniado. Aparecen a su vez ciertos indicios de lesbianismo y, según la crítica, feminismo -quizás la acción de las dos mujeres de huir del destino zanjado por el padre de una y de la victoria del ser endemoniado sobre los demás-.
Junto a este lesbianismo, como no, encontramos bastante sexualidad -entendiéndola en la época por supuesto- a lo largo del poema:
Like one that shuddered, she unbound
The cincture from beneath her breast:
Her silken robe, and inner vest,
Dropt to her feet, and in full view,
Behold! her bosom – and her side
Como si se estremeciera, desató,
el cinturón que rodeaba su talle:
el traje de seda, la camisa interior,
cayeron a sus pies, y bien a la vista,
¡contemplad!, su pecho y parte del costado.
Este poema se encuentra inconcluso, y no queda muy claro lo que pasa al final. Lo que sí parece es un triunfo del ser endemoniado sobre los intentos de Cristabel por avisar a su padre de el verdadero ser que se esconde tras la bella funda que es Geraldine.
Adentrándonos en otro poema, Helada a medianoche es bastante personal. El poeta se encuentra en mitad de la noche despierto, y junto a él su niño, dormido tranquilamente en la cuna. Salen de su interior versos de recuerdos del pasado y de admiración hacia el presente. Es el poeta más personal, amante de su familia, que observa como su pequeño hijo crece. En este poema he visto unos versos que me han encantado:
y lee con manso pecho! Bajo esta tierra
descansa un poeta o eso que una vez lo pareció.
¡Oh, eleva una meditación en plegaria por S. T. C.;
aquel que muchos años con esfuerzo alentando
encontró la muerte en vida, pueda aquí encontrar la vida en la muerte!
Misericordia por la loa: que sea perdonado por la fama
que pidió y esperó, por medio de Cristo. Haz tú lo mismo.
Esa pequeña jaula que es Logroño
Esa pequeña jaula que es Logroño.
Mi imaginación es ya una fotografía,
No deja nada al azar.
Vuela como un autobús, ruta fija.
Recuerdo sus formas
Como si fueran las de una amada.
Tengo un maldito álbum de fotografías dentro.
Con los ojos cerrados
Podría llegar hasta mi tumba.
Sé los pasos que hay desde mi casa
Hasta el próximo dolor.
Ojalá sentir dolor en otras calles.
Evito los atajos
Porque no quiero recordar que los sé todos.
Cementerio de ilusiones.
Abro correos que no me dicen nada.
Sé los correos que me van a llegar.
Conozco a la prima del cartero
Y a dónde va a comprar el pan.
Siempre alegrándome por los que se van,
Rogando a los que se quedan,
Adorando a los que vienen.
Las tonterías me salvan,
Son mis vacaciones a otro lugar.
Ella es el cielo,
Aunque nos lo están empezando a cercar.
He visto crecer chopos,
Haciéndose más altos que el lugar
Donde moribundo.
Podía ver los fuegos artificiales
por encima de ellos,
verde desesperanza.
Un mundo ya sin detalles,
No hay sorpresas.
Esa pequeña jaula que es Logroño
Y que podría ser la misma vía láctea.
Quizás esté cansado de mí
Y de ver la misma alcantarilla
En la misma sombra.
The City in the Sea – Edgar Allan Poe
Lo! Death has reared himself a throne
In a strange city lying alone
Far down within the dim West,
Where the good and the bad and the worst and the best
Have gone to their eternal rest.
There shrines and palaces and towers
(Time-eaten towers that tremble not!)
Resemble nothing that is ours.
Around, by lifting winds forgot,
Resignedly beneath the sky
The melancholy waters he.
No rays from the holy heaven come down
On the long night-time of that town;
But light from out the lurid sea
Streams up the turrets silently-
Gleams up the pinnacles far and free-
Up domes- up spires- up kingly halls-
Up fanes- up Babylon-like walls-
Up shadowy long-forgotten bowers
Of sculptured ivy and stone flowers-
Up many and many a marvellous shrine
Whose wreathed friezes intertwine
The viol, the violet, and the vine.
Resignedly beneath the sky
The melancholy waters lie.
So blend the turrets and shadows there
That all seem pendulous in air,
While from a proud tower in the town
Death looks gigantically down.
There open fanes and gaping graves
Yawn level with the luminous waves;
But not the riches there that lie
In each idol’s diamond eye-
Not the gaily-jewelled dead
Tempt the waters from their bed;
For no ripples curl, alas!
Along that wilderness of glass-
No swellings tell that winds may be
Upon some far-off happier sea-
No heavings hint that winds have been
On seas less hideously serene.
But lo, a stir is in the air!
The wave- there is a movement there!
As if the towers had thrust aside,
In slightly sinking, the dull tide-
As if their tops had feebly given
A void within the filmy Heaven.
The waves have now a redder glow-
The hours are breathing faint and low-
And when, amid no earthly moans,
Down, down that town shall settle hence,
Hell, rising from a thousand thrones,
Shall do it reverence.
TRADUCCIÓN
¡Mirad!, la muerte se ha levantado un trono
en una extraña ciudad, que, solitaria,
yace allá abajo en el oscuro occidente,
donde el bueno y el malo y el peor y el mejor
han marchado a su eterno descanso.
Allí templos y palacios y torres
(¡torres devoradas por el tiempo, que no tiemblan!)
no se asemejan a nada que sea nuestro.
Alrededor, olvidadas de los vientos que se alzan,
resignadamente bajo el cielo
yacen las aguas melancólicas.
Ningún rayo desciende de los sagrados cielos
sobre la larga noche de esa ciudad;
pero la luz que brota del refulgente mar
trepa por las torretas en silencio,
lejana y libre brilla en los pináculos,
en cúpulas y agujas, en estancias reales,
en templos, en murallas cual las de Babilonia,
en umbrías glorietas, hace mucho olvidadas,
con hiedras esculpidas y con flores de piedra;
en muchos, muchos maravillosos santuarios
cuyos frisos ornados entretejen
la viola, la vid y la violeta.
Y resignadamente bajo el cielo
yacen las aguas melancólicas.
De tal modo se mezclan en torrecillas y sombras
que en el aire parecen colgar todas,
mientras desde una altiva torre de la ciudad
mira cual un coloso hacia abajo la muerte.
Los templos descubiertos y las abiertas tumbas
al nivel de las ondas luminosas están,
pero ni las riquezas que allí yacen
en diamantinos ojos de los ídolos,
ni los muertos festivamente enjoyados
tientan a las aguas desde sus lechos,
pues no se riza ondulación alguna, ¡ay!
por aquel desierto de cristal,
la calma indica que tal vez los vientos
estén sobre algún mar remoto y más dichoso;
la placidez sugiere que los vientos se encuentran
sobre otros mares menos atrozmente serenos.
Pero mirad: ¡se está agitando el aire!,
la ola: ¡hay movimiento en ella!
cual si hubieran las torres empujado,
con un leve hundimiento, la oscura marea;
como si sus remates hubieran dejado
un débil vacío en el cielo vaporoso.
Las ondas ahora tienen un fulgor más rojizo
-las horas alientan tenue y quedo-
y cuando, muy abajo esa ciudad se siente finalmente,
alzándose el infierno desde un millar de tronos,
le rendirá homenaje.
Traducción sacada de: Poesía Completa. Edgar Allan Poe. Traducción de María Condor y Gustavo Falaquera. Edición bilingüe. Ed. poesía Hiperión.
Canto épico a mi balda
En mi cuarto hay una pequeña balda donde pongo los recuerdos y regalos que me dan. Puede sonar estúpido, pero es algo bastante importante en mi vida. ¿Qué se me ocurrió? hacerle una poesía. Algo un poco tonto pero que me pareció original. A lo tonto, resultó ser el poema más largo que jamás he escrito. Aquí tenéis tan solo el principio. El resto del poema quién sabe cuando podré publicarlo completo. Pero paciencia.
Siete torres la erigen.
Seis son hermanas,
la otra, blanca en la distancia se distingue.
En verdad son cadáveres,
pero orgulloso las expuse a vista de todos.
El titán las defiende, manco, pero imponente.
Su falta hace imaginar la fuerza pasada,
y el amarillo de sus ojos le pone siempre alerta.
El pequeño samurái, en posición tranquila
se antepone al silbido de sabiduría;
parece que él dirige el torrente de sonidos celestiales.
Su figura me recuerda a la gracia de su gente,
pequeña, pero dispuesta a derribar gigantes de tsunami.
A su lado está la anciana, llena de mentiras,
pero que ha huido de las llamas
y dirige con su batuta la marea de mis noches.
Ella siempre está acompañada de su pequeño gato,
distinto a todos, albino de su especie sentenciada,
que llegó a mí de forma opaca o quizás hasta mágica.
¡Oh!, qué decir de mi héroe de infancia.
Tú, que junto a tu caballo diriges el destino de tus compañeros.
Te me asemejas al destino que corrieron tus días, negros.
Llegaste a mí en la ciudad blanca
y desde entonces conservas mi pasado de ideas estancas.
Babieca casi aplasta con sus potentes patas
a las enemigas del sol.
(…)
Aquí unas fotos de dicha balda, a ver si la habéis imagino igual:
PD: mi libro está participando en dos concursos literarios. Durante todo lo que queda de año pretendo participar en la mayor cantidad de concursos literarios que pueda. Si para 2017 no he conseguido de ninguna forma publicar el poemario, aunque sea de forma muy simple, para febrero o marzo tengo la intención de lanzar una pequeña edición autoeditada. Así que poco a poco se va a cercando el gran día.