Al final todo se resume
En un banco que vuela
Sobre una columna vertebral.
Siempre me lo he imaginado así,
Y la verdad es que tiene sentido.
Empieza desde mi sustento
Y acaba en otro que desconozco.
Las baldosas soportan el momento,
No sé si los recuerdos.
La línea blanca separa dos tiempos,
Si es que existe un tercero.
Yo estoy en ese último,
Que nunca se sabe dónde termina,
Que nunca supe si me pertenecía.
A la derecha veo algo
Contrario al rumbo natural.
Tantos por ciento
Que acaban con el mundo violeta.
Un beso en los morros,
Dicho sin poesía,
La realidad pura no se fía.
Pero sobre todo veo tiempo,
Tiempo bien gastado.
Tiempo que me sirvió
Como la cama que yo mismo
Me había privado.
Apenas se puede decir rincón,
No cabían dos almas,
Pero ahí estábamos,
Sin decir palabra,
Apoyados en seres inertes
Que para otros son objetos.
Los pájaros hablaban por nosotros,
Sabían de nuestra indecisión,
Nos animaban con su canto;
Tristemente no les entendemos
A la izquierda os diría mil cosas
Pero tienden a infinito.
Es un espejo que refleja
Todo lo que quiero
Pero que sé que me mostrará
Solo lo que merezco.
Y ni eso, porque si mostrase lo que quiero
Tan solo le haría falta
Decirme una cosa simple:
“mira hacia la izquierda”
Y siempre estarías tú.
Futuro ha pasado a significar tu nombre.
Aquí veo tiempo
Arrastrado por alas
De color negro y blanco.
Siempre está la dualidad
En la que me pierdo.
Y en el centro,
Recto para mi mirada
Que se repite hasta el horizonte
Y vuelve rozándome el cuello,
Columna de todo,
Dictadora de lo que sucederá
Y lo que tal vez ocurrió,
Supongo que queda el musgo juguetón
Y las ramas que hablan.
Nadie podría adivinar el significado
De un trozo de madera
Con nombre de humano
Que gira, se retuerce y grita.
A eso solo le das significado tú,
Y diría que es hasta mágico.
El eje de la ecuación
Que los gorriones han ido pregonando
Ya estaba solucionado.
Diría que es un lugar
Eterno si lo eterno
Pudiera estar en la cabeza
De un triste poeta.
(Persistencia de la memoria – Salvador Dalí)