Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

Etiqueta: Poesía

No valgo nada

No valgo nada

Creo que llevo arrastrando

una depresión de caballos

demasiado tiempo

como para seguir estando aquí.

A lo mejor soy demasiado tonto

como para sentir

o lo suficientemente listo

como para olvidar que sí lo hago.

A lo mejor la estoy arrastrando

yo a ella para tener siempre

una compañera.

Pobre depresión teniendo que aguantar

mi loca cabeza.

O simplemente es una excusa para esconder

que en verdad no valgo nada.

Reseña «La rima del viejo navegante» -y otros poemas- (Samuel Taylor Coleridge)

Reseña «La rima del viejo navegante» -y otros poemas- (Samuel Taylor Coleridge)

Hay clásicos de la literatura que debes leer. En este caso, si te gusta la poesía, el que voy a analizar es uno de ellos. Una de las obras cumbre de la literatura inglesa, creada por uno de los poetas más importantes de la literatura anglosajona en uno de los movimientos más trascendentales de la literatura universal, el Romanticismo. La rima del viejo navegante contiene todos los elementos típicos y que marcan al Romanticismo, y es un poema que servirá de influencia a otros escritores venideros.

Empezando con el análisis, me gustaría empezar poniendo unos versos que me parecen muy paradigmáticos de lo que se trataría este largo poema.

Her beams bemocked the sultry main,
Like April hoar-frost spread;
But where the ship’s huge shadow lay,
The charmèd water burnt alway
A still and awful red.
Sus rayos engañaban las bochornosas aguas
como la pálida escarcha que en abril se extiende;
pero donde llegaba la inmensa sombra de la nieve quita,
las maléficas aguas seguían ardiendo
con quietos y terribles resplandores rojizos.
Maleficio, naturaleza misteriosa, rayo de luna, desesperación. Lo tiene todo. Yendo al tema del poema, este trata sobre un anciano marinero que, junto a su tripulación, viaja hacia el polo sur y, una vez llegados a punto tan exótico, inicia su viaje de regreso. Cuando se encuentran de regreso, un albatros, símbolo y representante de Dios en ese viaje tan peligroso, acompaña al barco junto a una brisa que les dirige directos de vuelta a casa. Pero en un momento de locura transitoria, el anciano marinero, odiando esa estampa de buenaventura, asesina al querido albatros mediante una ballesta. Todo serán desdichas entonces para la tripulación, que no conseguirá volver al hogar hasta pasados varios días.
Algunos ven este poema como una representación metafórica del sentimiento de culpa del autor, Samuel Taylor Coleridge. Hombre con constantes problemas con el alcohol que podría estar fielmente representado por ese anciano marinero que decide acabar con el símbolo de libertad del resto de las personas. Ese sentimiento de culpa, arrepentimiento y miedo por lo hecho es capaz de captarlo a la perfección en algunos versos, como los siguientes:
One after one, by the star-dogged Moon,
Too quick for groan or sigh,
Each turned his face with a ghastly pang,
And cursed me with his eye.
Uno tras otro, bajo la luna escoltada por la estrella,
sin tiempo para gemir o suspirar,
todos fueron volviendo su rostros hacia mí con una angustia horrible,
y me maldijeron con la mirada.
No obstante, y bien enlazado y en consecuencia con la profunda religiosidad de los autores ingleses, al final siempre hay esperanza si se cree en Dios o se tiene fe en él, aunque siempre con un castigo de por medio. En este caso el castigo del viejo marinero sería el de relatar eternamente las vivencias, y los oyentes dando igual el compromiso que tengan, se quedarán ensimismados en su narración, como si se tratase en un auténtico encantamiento.
Es un poema largo del que se puede opinar y analizar largo y tendido, pero debido a que hay varios poemas más en esta colección, no quiero entretenerme demasiado. Por último añadir que Espronceda pudo utilizarlo como influencia en su Canción del pirata, pero llevando el Romanticismo depresivo y de muerte al exaltado y de libertad.

Me quiero centrar ahora en el poema que más me ha llamado la atención de esta colección, Cristabel.
Este poema, más reducido en extensión que el anterior, trata de cómo una joven, la cual da título al poema, vagando por el bosque en busca de ausencia de recuerdos por la partida de su enamorado, se encuentra con una bella dama que ha sido molestada por cinco jóvenes. En un ejemplo de solidaridad con la dama, de nombre Geraldine, ambas vuelven juntas al dormitorio de la primera, pero cuando se disponen a introducirse en el lecho, Cristabel descubre una deformidad en el cuerpo de Geraldine, y antes de poner hacer nada, cae rendida ante sus encantos.

En el poema se encuentra una de las primeras apariciones del vampirismo en la literatura inglesa según los estudiosos. A mi parecer no es tan claro que sea una vampira, o no al menos la imagen que tenemos en la actualidad de vampiro, pero sí se ve claramente que es un ser, cuanto menos, endemoniado. Aparecen a su vez ciertos indicios de lesbianismo y, según la crítica, feminismo -quizás la acción de las dos mujeres de huir del destino zanjado por el padre de una y de la victoria del ser endemoniado sobre los demás-.

Junto a este lesbianismo, como no, encontramos bastante sexualidad -entendiéndola en la época por supuesto- a lo largo del poema:

Like one that shuddered, she unbound
The cincture from beneath her breast:
Her silken robe, and inner vest,
Dropt to her feet, and in full view,
Behold! her bosom – and her side

Como si se estremeciera, desató,
el cinturón que rodeaba su talle:
el traje de seda, la camisa interior,
cayeron a sus pies, y bien a la vista,
¡contemplad!, su pecho y parte del costado.

Este poema se encuentra inconcluso, y no queda muy claro lo que pasa al final. Lo que sí parece es un triunfo del ser endemoniado sobre los intentos de Cristabel por avisar a su padre de el verdadero ser que se esconde tras la bella funda que es Geraldine.

Adentrándonos en otro poema, Helada a medianoche es bastante personal. El poeta se encuentra en mitad de la noche despierto, y junto a él su niño, dormido tranquilamente en la cuna. Salen de su interior versos de recuerdos del pasado y de admiración hacia el presente. Es el poeta más personal, amante de su familia, que observa como su pequeño hijo crece. En este poema he visto unos versos que me han encantado:

Therefore all seasons shall be sweet to thee,
Whether the summer clothe the general earth
With greenness, or the redbreast sit and sing
Betwixt the tufts of snow on the bare branch
Y así, todas las estaciones serán exqusitas para ti,
ya vista el verano a toda la tierra
de verdura, o ya el petirrojo se recoja para cantar
entre los copos de nieve sobre la rama desnuda.
En Abatimiento: oda, otro poema, las preocupaciones del poeta son notables. Se basa en una antigua creencia por la cual si la luna Nueva, en su circunferencia tiene visible la luz de la luna, significa que viene tormenta. Relaciona esto con la imaginación, el motor de su vida, y como esta va desapareciendo:
‘Tis midnight, but small thoughts have I of sleep:
Full seldom may my friend such vigils keep!
Visit her, gentle Sleep! with wings of healing,
and may this storm, be but a mountain-birth
Es medianoche, pero en l oque menos pienso yo es en dormir:
¡Que no tenga que pasar muchas veces mi amiga estas vigilias!
Visítala, dulce sueño, con alas sanadoras,
y que se quede esta tormenta en un parto de los montes.
En Epitafio se ve a un poeta pensando ya en el día de su muerte. Pide a los demás que recen por él, pues ya se ve morir. Sabe que no tiene futuro y su mejor idea es dejar una especie de poema – epitafio para que los demás lean lo que el poeta quiere. Dejo aquí el poema entero pues apenas son ocho versos:
Stop, Christian passer-by!—Stop, child of God,
And read with gentle breast. Beneath this sod
A poet lies, or that which once seemed he.
O, lift one thought in prayer for S. T. C.;
That he who many a year with toil of breath
Found death in life, may here find life in death!
Mercy for praise—to be forgiven for fame
He asked, and hoped, through Christ. Do thou the same!
¡Detente, cristiano caminante! ¡Detente, hijo de Dios,
y lee con manso pecho! Bajo esta tierra
descansa un poeta o eso que una vez lo pareció.
¡Oh, eleva una meditación en plegaria por S. T. C.;
aquel que muchos años con esfuerzo alentando
encontró la muerte en vida, pueda aquí encontrar la vida en la muerte!
Misericordia por la loa: que sea perdonado por la fama
que pidió y esperó, por medio de Cristo. Haz tú lo mismo.
Grandes poemas de uno de los mejores poetas de la literatura anglosajona. Si os interesa la poesía, es una buena elección. Sorprendéntemente los originales ingleses son bastantes fáciles de leer. En ocasiones hay poemas en los que no hace falta apenas ayudarse de la traducción española para seguirlos con facilidad. 8/10
Esa pequeña jaula que es Logroño

Esa pequeña jaula que es Logroño

Esa pequeña jaula que es Logroño.

Mi imaginación es ya una fotografía,

No deja nada al azar.

Vuela como un autobús, ruta fija.

Recuerdo sus formas

Como si fueran las de una amada.

Tengo un maldito álbum de fotografías dentro.

Con los ojos cerrados

Podría llegar hasta mi tumba.

Sé los pasos que hay desde mi casa

Hasta el próximo dolor.

Ojalá sentir dolor en otras calles.

Evito los atajos

Porque no quiero recordar que los sé todos.

Cementerio de ilusiones.

Abro correos que no me dicen nada.

Sé los correos que me van a llegar.

Conozco a la prima del cartero

Y a dónde va a comprar el pan.

Siempre alegrándome por los que se van,

Rogando a los que se quedan,

Adorando a los que vienen.

Las tonterías me salvan,

Son mis vacaciones a otro lugar.

Ella es el cielo,

Aunque nos lo están empezando a cercar.

He visto crecer chopos,

Haciéndose más altos que el lugar

Donde moribundo.

Podía ver los fuegos artificiales

por encima de ellos,

verde desesperanza.

Un mundo ya sin detalles,

No hay sorpresas.

Esa pequeña jaula que es Logroño

Y que podría ser la misma vía láctea.

Quizás esté cansado de mí

Y de ver la misma alcantarilla

En la misma sombra.

The City in the Sea – Edgar Allan Poe

The City in the Sea – Edgar Allan Poe

Lo! Death has reared himself a throne
In a strange city lying alone
Far down within the dim West,
Where the good and the bad and the worst and the best
Have gone to their eternal rest.
There shrines and palaces and towers
(Time-eaten towers that tremble not!)
Resemble nothing that is ours.
Around, by lifting winds forgot,
Resignedly beneath the sky
The melancholy waters he.

No rays from the holy heaven come down
On the long night-time of that town;
But light from out the lurid sea
Streams up the turrets silently-
Gleams up the pinnacles far and free-
Up domes- up spires- up kingly halls-
Up fanes- up Babylon-like walls-
Up shadowy long-forgotten bowers
Of sculptured ivy and stone flowers-
Up many and many a marvellous shrine
Whose wreathed friezes intertwine
The viol, the violet, and the vine.
Resignedly beneath the sky
The melancholy waters lie.
So blend the turrets and shadows there
That all seem pendulous in air,
While from a proud tower in the town
Death looks gigantically down.

There open fanes and gaping graves
Yawn level with the luminous waves;
But not the riches there that lie
In each idol’s diamond eye-
Not the gaily-jewelled dead
Tempt the waters from their bed;
For no ripples curl, alas!
Along that wilderness of glass-
No swellings tell that winds may be
Upon some far-off happier sea-
No heavings hint that winds have been
On seas less hideously serene.

But lo, a stir is in the air!
The wave- there is a movement there!
As if the towers had thrust aside,
In slightly sinking, the dull tide-
As if their tops had feebly given
A void within the filmy Heaven.
The waves have now a redder glow-
The hours are breathing faint and low-
And when, amid no earthly moans,
Down, down that town shall settle hence,
Hell, rising from a thousand thrones,
Shall do it reverence.

TRADUCCIÓN

 

¡Mirad!, la muerte se ha levantado un trono
en una extraña ciudad, que, solitaria,
yace allá abajo en el oscuro occidente,
donde el bueno y el malo y el peor y el mejor
han marchado a su eterno descanso.
Allí templos y palacios y torres
(¡torres devoradas por el tiempo, que no tiemblan!)
no se asemejan a nada que sea nuestro.
Alrededor, olvidadas de los vientos que se alzan,
resignadamente bajo el cielo
yacen las aguas melancólicas.

Ningún rayo desciende de los sagrados cielos
sobre la larga noche de esa ciudad;
pero la luz que brota del refulgente mar
trepa por las torretas en silencio,
lejana y libre brilla en los pináculos,
en cúpulas y agujas, en estancias reales,
en templos, en murallas cual las de Babilonia,
en umbrías glorietas, hace mucho olvidadas,
con hiedras esculpidas y con flores de piedra;
en muchos, muchos maravillosos santuarios
cuyos frisos ornados entretejen
la viola, la vid y la violeta.

Y resignadamente bajo el cielo
yacen las aguas melancólicas.
De tal modo se mezclan en torrecillas y sombras
que en el aire parecen colgar todas,
mientras desde una altiva torre de la ciudad
mira cual un coloso hacia abajo la muerte.

Los templos descubiertos y las abiertas tumbas
al nivel de las ondas luminosas están,
pero ni las riquezas que allí yacen
en diamantinos ojos de los ídolos,
ni los muertos festivamente enjoyados
tientan a las aguas desde sus lechos,
pues no se riza ondulación alguna, ¡ay!
por aquel desierto de cristal,
la calma indica que tal vez los vientos
estén sobre algún mar remoto y más dichoso;
la placidez sugiere que los vientos se encuentran
sobre otros mares menos atrozmente serenos.

Pero mirad: ¡se está agitando el aire!,
la ola: ¡hay movimiento en ella!
cual si hubieran las torres empujado,
con un leve hundimiento, la oscura marea;
como si sus remates hubieran dejado
un débil vacío en el cielo vaporoso.
Las ondas ahora tienen un fulgor más rojizo
-las horas alientan tenue y quedo-
y cuando, muy abajo esa ciudad se siente finalmente,
alzándose el infierno desde un millar de tronos,
le rendirá homenaje.

Traducción sacada de: Poesía Completa. Edgar Allan Poe. Traducción de María Condor y Gustavo Falaquera. Edición bilingüe. Ed. poesía Hiperión.

 

Armando Buscarini – Orgullo

Armando Buscarini – Orgullo

» Aunque sufra del mundo los desdenes
de mi vida de artista en la carrera;
aunque pasen altivos a mi paso
los hombres de alma ruin que nunca sueñan;
aunque salgan aullando a mi camino
los famélicos lobos que me acechan
con la envidia voraz; aunque en mi lucha
hambre y frío sin límites padezca;
aunque el mundo me insulte y me desprecie
y por loco quizás también me crean;
aunque rujan tras mí ensordecedoras
tempestades de envidia; aunque me vea
harapiento y descalzo por las calles,
inspirando piedad e indiferencia;
y, en fin, aunque implacables me atormenten
las más grandes torturas, aunque vea
que a mi paso se apartan las mujeres
por ver con repugnancia mi pobreza
( pero quizás ignorando de mi alma
el tesoro de ensueño que se alberga),
nada me importará, porque yo siempre,
caminando sereno por la tierra,
con el alma latiendo por la gloria
y flotante a los vientos mi melena,
iré diciendo al mundo con voz fuerte,
¡ con voz en la que vibre mi alma entera!:
-Es verdad que yo sufro; pero oídme:
¿ qué me importa sufrir si soy poeta? «