Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

Etiqueta: policía

Me he prometido no olvidar

Me he prometido no olvidar

Hoy escribir poesía me parecería una falta de respeto. Hoy me he prometido no olvidar. Dejar una pequeña constancia aquí, para que nunca quede demasiado lejos todo lo que está ocurriendo. Recordaré por aquellos que insisten en desprestigiar la memoria. Me lo he prometido porque he comprendido que ya los votos son secundarios. No quedarme en el conformismo. Saber que llevarles la contraria conlleva su violencia; y que pretenden que permanezcamos quietos y callados, recibiendo de buena gana sus golpes. Cualquier causa se ha visto ensombrecida por la represión de hoy, domingo, 1 de octubre. He visto imágenes que tardaré en desdibujar de mi cabeza:

(Desconozco su autor)

Y no hablemos de los vídeos:

No lo dudes, patadas por la democracia. Queremos que se queden y por eso se lo recordamos a base de palizas lo buenos que somos. El referéndum es ilegal, quién osa hacer algo ilegal. Nadie en la historia ha roto con la legalidad para llegar a donde estamos, por favor. Claro, la legalidad es un fantasma para ellos cuando se trata de defender su causa. Defendemos la democracia impediendo unos votos, nadie ama más que nosotros a la democracia. 844 heridos de la democracia. Deberían estar contentos esos heridos, han sido atacados democráticamente por los representantes de la democracia. Es justo. Es la violencia de todos.

Si yo, lejos de toda la violencia, así me he prometido recordar, imaginad aquellos que han sentido los golpes en su cuerpo. No olvidarán jamás. Los hemos perdido para siempre. Han logrado justo lo contrario a lo que querían; ya no tienen motivos por los cuales querer permanecer junto a nosotros.

Hablaba de las raíces hace poco, pero me olvidé de que algunas siguen llenas de veneno del pasado. Han sido otras raíces las que han sacado a la vista lo peligroso del mismo. No me gusta ninguna de esas raíces, no comparto sus caminos, pero que pretendan arrancarlas del subsuelo por la fuerza por querer seguir, libremente, con su camino, es penoso. La democracia dura hasta que sus dueños se dan cuenta de que les llevan la contraria.

Urnas que muerden

Urnas que muerden

Vigilar una urna es como acordonar las raíces de un árbol por encima de la tierra, inútil. Las raíces continúan perforando la roca aunque detrás de ella se encuentre un acantilado y todo acabe ahí. Yo prefiero que los árboles, todos, junten sus ramas y creen un frondoso suelo en el techo para poder estar más cerca del sol, pero eso es lo que yo quiero. Bosques de los jamás vistos, de los que sé que nunca tendremos. No me refiero a un suelo, sino a todos los suelos juntos. Suelos del sur, este, norte y oeste juntos formando un nuevo cielo. Eso es lo que quiero yo, tristemente un solo árbol entre los millones que hay, y ni pretendo ni quiero, porque sé que no puedo, ni debo, acallar al resto. Al final todo lo que veo son mordiscos. Mordiscos que no dejan huella en la piel. La dejan más cerca del interior, donde los fallos son más visibles. Mordiscos que al arrancar la carne dejan visible el cáncer que ocultaba. Y luego el resto de cánceres, listos como ellos solos, verán el ajeno que ha quedado a la vista, y aprenderán de él. Y supongo que así seguirá todo, cánceres ocultos que ya forman parte de nosotros tanto como nuestra piel.