Me meto un tiro,
¡Pum!
El eco suena,
¡Pum!
O quizás es el corazón,
¡Pum!
Que todavía sueña.

Etiqueta: Superunknown

Soundgarden recuerdan la grabación de “Superunknown”

Soundgarden recuerdan la grabación de “Superunknown”

Get Yourself Control: The Oral History of Soundgarden’s ‘Superunknown’

Sacado de // From –> http://www.spin.com/http://portalternativo.com/

La gente de Spin publicaba hace unos días una extensa pieza con manifestaciones de Chris Cornell, Kim Thayil, Ben Shepherd, Michael Beinhorn, Adam Kasper, Jeff Ament, Jack Endino y Tad Doyle, sobre la creación de “Superunknown”, disco del que se cumplen 20 años.

Chris Cornell: Empezamos como banda en 1984 así que veo “Superunknown” como un periodo tardío, el momento en que andábamos reinventándonos y yendo más allá de lo que hacíamos, ampliando nuestro enfoque creativo a la hora de grabar.

Jack Endino: Soundgarden ya eran desde el principio una banda realmente buena, igual que Nirvana. Era simplemente cuestión de no cagarla como productor.

Tad Doyle: A todo el mundo le encantaba Soundgarden. Eran héroes locales. Fue la primera banda en sacar algo en una multinacional.

Michael Beinhorn (coproductor de “Superunknown”): Por entonces, simplemente notabas algo en determinados artistas; sabías lo que iba a pasar con su siguiente disco incluso antes de hacerlo. Y con Soundgarden fue como, si hacen un siguiente disco realmente grande, habrán definido su carrera.

Adam Kasper (ingeniero asistente en “Superunknown”): Ya habían hecho un par de discos buenos. Era momento de mandarla fuera del campo. Chris estaba en su punto álgido, compositivamente y como cantante. Además él mismo se exige mucho.

Chris Cornell: Me sentía muy orgulloso de ser parte de una escena musical que estaba cambiando la cara de la música comercial y la música rock internacional pero también sentía que era algo necesario para Soundgarden – igual que para todas las bandas de Seattle – demostrar que merecíamos estar en un escenario internacional y que no éramos simplemente parte de una moda pasajera basada en cuestiones geográficas. Sabía que teníamos la capacidad de hacer eso y también sabía que medir los tiempos era lo importante. Ese era el momento. Era una mezcla de esos maravillosos momentos de inspiración y una simple brizna de estrés, sudar la gota gorda, ese esfuerzo agotador de dejarse los cuernos.

Jeff Ament (bajista de Pearl Jam): Estábamos de gira con ellos el año antes de grabar “Superunknown” y Lollapalooza, y recuerdo que fue una pasada. Habíamos estado girando un montón: salimos a girar con “Ten” y ellos con “Badmotorfinger”. Creo que Lollapalooza siendo como era, el fin de ciclo para ambas bandas, fue divertido salir por ahí con tus amigos. Estuvieron en el lateral del escenario cuando tocábamos y nosotros en el lateral cuando ellos tocaron. Es uno de los recuerdos de gira que guardo con más cariño.

Michael Beinhorn: Mi impresión fue que ya habían decidido prácticamente con qué productor iban a trabajar – creo que habría sido Rick Rubin – pero picaron para que me reuniera con ellos así que dije, “Vale, mola”. Y nos conocimos y, de algún modo, nos llevamos bien.

Adam Kasper: Yo era el ingeniero principal que llevaba Bad Animals Studio, que era un sitio nuevo y de vanguardia. Era uno de los sitios donde se estaban haciendo muchas cosas de rock de Sub Pop. Conocía a algunos de los miembros de Soundgarden y cuando supe que estaban trabajando con Beinhorn, fui a verles y les dije, “Hey”. Simplemente me presenté y me emocionó trabajar en ello.

Michael Beinhorn: Quise aprovechar todas las oportunidades de hacer el mejor disco, el más interesante e impresionante posible, así que esa fue mi meta. Creo que hubo mucha presión extra porque les dejé muy claro lo que sentía del proyecto y lo que creía que significaba el disco para ellos. Es decir, no pensé en las ramificaciones a largo plazo de algo así aunque esa clase de cosas son también realmente importantes.

Tad Doyle: Para mi, Soundgarden siempre han sido muy innovadores y siempre han ido más allá en lo que intentaban hacer. Especialmente cuando Ben Shepherd entró en la banda. Ese tío es un compositor maravilloso así que cuando empezaron a componer juntos, fue algo especial.

Kim Thayil: No hay solo un piloto en Soundgarden. Si lo hubiera, sería mucho más fácil manejar algo temáticamente o tener un vector particular que dirija nuestra inspiración. Hay cuatro tíos produciendo material y criticando el material, es un proceso muy dinámico.

Jack Endino: La formación había cambiado un poco. Tenías a Ben Shepherd en la banda y sus contribuciones como compositor y aportaciones creativas ya se habían integrado. Chris Cornell componía más música. En los viejos tiempos, muchas de las canciones eran compuestas por Kim Thayil y Hiro Yamamoto (bajista fundador).

Ben Shepherd: Cuando me uní a la banda, empecé a aportar afinaciones raras. Todo el mundo empezó a adoptarlas y tocando sus propias canciones en esas afinaciones raras. Son todos tan inteligentes y creativos que todos se apuntaron a ello, y eso es lo que da sentido a estar en una banda.

Jeff Ament: Pudiste ver un poquito en “Badmotorfinger”, en el que Chris empezó a estirarse en lo que composición se refiere. Creo que con Temple Of The Dog también tienes esa sensación de que pudo ir por diferentes caminos y que no solo estaba encerrado en hacer heavy rock con afinaciones raras. Tenía un elemento pop y también tenía esas melodías raritas a lo Syd Barrett. Creo que una vez Matt (Cameron) y Ben metieron su influencia en el disco, eso lo hizo aún más único.

Ben Shepherd: Este es uno de los discos donde trajimos (al estudio) canciones completas. Sabes, no las ensayamos juntos para tener las estructuras.

Chris Cornell: “Head Down” era una demo completa que Ben me tocó, en la que cantaba y es muy similar a lo que acabó en el disco. Ese fue un momento maravilloso porque fue una de esas veces en las que me sentí como, “Esto es lo que debía ser estar en los Beatles”, donde uno de los miembros entraba y saca una canción así – ya está hecho y no tienes que hacer nada y sabes que va a ser una de las mejores canciones del álbum.

Kim Thayil: Chris tenía un cuatropistas – o quizá había cambiado a un ochopistas – así que hacía las voces y las guitarras y nos lo presentaba para ver cual era nuestra respuesta. Hubo parte del material que compuso al que no respondimos con tanto entusiasmo como con, por ejemplo, “Let Me Drown” o “Black Hole Sun”.

Michael Beinhorn: Metiéndonos a ello, no estoy seguro de si su intención era la misma que la mía. Es decir, no diría, ni por asomo que no quisieran hacer un gran disco pero no creo que quisieran dedicarle el mismo tiempo y esfuerzo que yo.

Adam Kasper: Beinhorn trajo toneladas de equipamiento por lo que tuvimos diversas baterías, toda clase de micros. Fue, ciertamente, la mayor preparación que había hecho o visto. Recuerdo que nos llevó dos o tres días decidir qué clase de cinta usar, cuán fuerte darle a la cinta, como alinear las máquinas, empezando, literalmente, desde ese componente. Teníamos docenas de micros en la cabina de grabación para ver cual funcionaba. Todo lo dirigía Beinhorn. Estábamos acostumbrados a trabajar mucho más rápido, así que eso fue interesante.

Kim Thayil: Recuerdo haber estado mucho tiempo dentro del estudio mientras fuera hacía sol y calor, lo cual es raro en Seattle.

Michael Beinhorn: La primera canción que grabamos fue “Kickstand”. Fue tras pasar de cinco días a una semana tratando de dar con el sonido de batería que buscaba. Diría que Matt hizo (la pista de batería) entre 15 y 20 veces o más, lo cual es muchas veces para una canción.

Jeff Ament: Una canción que de verdad me encanta es “Kickstand”. Creo que es porqué es una canción que compuso sobre su bici y mi relación con Chris está unida para siempre con ir en bici. Esa canción supone algo personal para mi.

Chris Cornell: Me recuerda a ese periodo. Creo que tras la muerte de Andy (Wood), Jeff y yo pasamos mucho tiempo yendo en mountain bike por las cuestas de Seattle y hablando. Ese es uno de los mejores recuerdos de esa época, en serio.

Jeff Ament: Probablemente pude conocer mejor a Chris tras la muerte de Andy. Salíamos juntos al menos dos veces a la semana. Nos íbamos de paseo en bici, normalmente de noche, a algunos de los grandes parques de Seattle. Normalmente terminaba con una fogata en la playa y una botella de cualquier cosa. Creo que era un poco tratar de entender porqué Andy estaba muerto. Nos ayudaba más que ir a un bar o quedarnos en casa compadeciéndonos de nosotros.

Chris Cornell: Mi historia cantando siempre ha estado más cercana a David Bowie que, por ejemplo, a AC/DC. Nunca me vi siendo un cantante que quisiera crear una identidad y seguir con ella. De niño, era un coleccionista/oyente que se sentaba en una habitación y escuchaba el catálogo completo de los Beatles solo, una y otra vez. Creo que eso afectó mi enfoque vocal porque había cuatro cantantes en esa banda y nunca sabía quien cantaba. Yo era un niño pequeño; no me importaba. Creía que eso era la música rock y que eso era hacer un álbum: cantabas en el estilo y el sentimiento que pedía la canción. “Superunknown” es un gran ejemplo de eso. De canción a canción, la encaraba del modo que sentía que era más natural para ella. ¿Quien era esa persona que cantaba esta canción? ¿De qué cantan? ¿Como debería sonar esa persona? ¿Como debería sonar esa persona? Así lo enfocaba, y a veces, esa era la parte más difícil de todo el proceso: encontrar la voz adecuada que me pareciera más natural para esa canción.

Adam Kasper: Hacer las voces fue un reto en muchos sentidos. Chris canta a plena voz en algunas de las canciones y uno de los problemas fue ser capaces de lograr la mezcla de auriculares por encima de su volumen interno. Así que cuando cantas y gritas, te puedes oír a ti mismo, pero tienes que oír la música por encima y está altísima y con feedback.

Artis the Spoonman: La gente iba en oleadas cada vez que tocaban en Seattle pero yo no los conocía. Conocía, y aún conozco, a la hermana de Ben. Yo actuaba en la calle – era muy visible – y recuerdo ver a Kim. Kim puede ser lo más visible que te puedas imaginar cuando no le conoces.

Chris Cornell: “Spoonman” no fue compuesta para ningún álbum. Se compuso por diversión. La banda había oído la demo que acababa de hacer en casa y creo que, quizá Kim, se me acercó y me dijo, “Es una canción divertida para que la hagamos”. La demo era solo con guitarra acústica sin batería, solo tocando en botes y ollas.

Ben Shepherd: Esa era rockera. Era de ese gran setlist que el personaje de Matt Dillon (en “Singles”) tenía cuando se separó. (Jeff Ament) había escrito títulos falsos de canciones para la banda. Y Chris estaba en el set porque salía en la película, y su regalo para Cameron (Crowe) fue componer canciones para el setlist y “Spoonman” fue una de ellas.

Artis the Spoonman: Me invitaron a hacer un número entre Melvins y ellos en un local muy prestigioso en Seattle. Al llegar, la que por entonces era la mujer de Chris y manager de la banda, estaba en el backstage y me dijo que Chris estaba componiendo una canción titulada “Spoonman” y si me gustaría grabar algo en ella cuando estuviera acabada. Y dije, “Si, claro, sin problemas”.

Michael Beinhorn: Básicamente, Artis aparece y es un loco; es como un músico callejero. Básicamente, supongo, una especie de ‘sin techo’. Y llega con un rollo que despliega delante suyo y está lleno de cucharas y todas esas herramientas de metal y cosas así, y me quedé, “Oh, dios mío, ¿qué demonios va a pasar?” Se quita la camiseta y dice, “Espero que alguien tenga una cámara porque vais a querer grabar esto”. Empezamos a grabar el tema y empezó a coger esas herramientas y empieza a darse hostias como panes con ellas. No estoy hablando de golpecitos; además, algunas eran piezas grandes y duras. En un cortísimo periodo de tiempo, había sangre volando por todos lados. Aunque de hecho era bastante bonito de ver porqué era como un bailarín; fluía y era elegante. Y, ya sabes, tiene mucho talento con esos instrumentos pero también era increíblemente brutal. Tuvimos cinco o seis pases y para el final estaba hecho polvo y sangrando por todos lados. Fue realmente maravilloso. Es decir, es un artista en muchos de los significados de la palabra. Es una de esas cosas que nunca olvidaré. Me gustaría que todo el mundo lo hubiera visto.

Artis the Spoonman: Probablemente toqué una cuchara de abajo, quizá dos de arriba, el mismo par de palillos con los que las toco y una cuchara de servir tartas. (En) la instrumental, el sonido de campana: esa es una cuchara de servir tarta. Así que toqué un máximo de ocho o nueve cucharas de las 20 que llevo. Quizá también toqué una cuchara de madera; no me acuerdo.

Adam Kasper: Me sorprendió que la eligieran como el primer single. Oí que cuando salió, Artis no se impresionó y quedó decepcionado. Pensó que quizá deberían haber habido más cucharas y (oírse) más alto.

Artis the Spoonman: La primera vez que la oí, pensé, “Oh, ¿estás de broma, no? No vayáis ahí”. Sabes, “¿Save me?” Es decir, por favor. O dios mío. Es como, lo siguiente de exagerado. Tu no vas a alguien y le dices, “Sálvame”. No vas a tu general favorito, tu cura o estrella del rock (y le dices eso). Eso es bastante peculiar.

Michael Beinhorn: Es gracioso porque no era realmente mi canción favorita. Pensé para mis adentros, “¿Qué tiene?” Y cuando salió, la gente lo flipó. Siempre mola pensar que quizá tengas un punto ciego que otra gente ve. Aprendes algo nuevo cada día.

Artis the Spoonman: Una de las cosas que me decepcionaron de verdad fue cuando recibieron un Grammy. Subes ahí y le das las gracias a los productores – cosa que se supone que debes hacer – pero no me das las gracias. Creo que salían imágenes mías tocando justo detrás por lo que simplemente se quedaron sin tiempo. Personalmente, fue uno de mis momentos de bajón.

Ben Shepherd: Me cabrea mucho eso porque Artis debería haber recibido un Grammy también y no hablé en el micrófono y le di las gracias a mi madre y a todos. Nadie le mencionó y no recibió uno. Aún me arrepiento de eso; aún quiero que le hagan uno. La canción se llama como él; toca en ella. Es lo justo.

Michael Beinhorn: No me enteré de que habíamos sido nominados a un Grammy hasta que alguien me mandó eso – ¿qué es? Ni una placa. Un papel. Era en una categoría en la que el productor no recibe un galardón (mejor interpretación metal).

Artis the Spoonman: ¿Pero quien ha tenido alguna vez una canción ganadora de un Grammy, una canción multiplatino sobre uno mismo? La mezcla entre responsabilidad y alegría y el privilegio y el honor. No sé si debería usar “honor” pero es un honor. Dios mío. Toda mi vida, quise ser una estrella del rock. La gente se rió de mi; no tenía colegas musicales de niño. Todo lo que hacía era tocar mis bongos o hacía playbacks de Elvis en mi dormitorio durante horas porque me encantaba.

Chris Cornell: “Black Hole Sun” fue compuesta una noche en un coche yendo a casa desde el estudio. Casi todo lo que oyes lo compuse en mi mente.

Michael Beinhorn: Esa es una de las mejores piezas musicales en las que haya trabajado. Es una canción preciosa. Recuerdo cuando tuve la demo. Me sacó una reacción inmediatamente visceral, como si me hubiera golpeado. Me dio la sensación de que me había caído una casa encima. Pensé para mis adentros, “Esta es una de esas cosas que una persona en mi posición espera años y años a que le llegue al regazo”.

Chris Cornell: Cuando la canto, hay elementos de los Beatles y Led Zeppelin que saqué de ellos, y también un poco de Pink Floyd de la época de Syd Barrett. Creo que los Beatles es una banda que, si trabajo en los arreglos de una canción o tengo una idea para una canción y hay una pequeña cualidad Beatles, nunca lo evito. Siempre me meto a saco ahí.

Ben Shepherd: Recuerdo oírla y pensar, “Esta es la canción. Ahora nos hemos quitado los guantes. Ahora tenemos canciones con las que trabajar para este disco”. Las composiciones de Chris era la bomba. Inmensas.

Michael Beinhorn: Como que Chris ya había hecho demos muy pero que muy buenas de sus canciones, ya nos había dado un mapa super preciso. En lo que arreglos se refiere, le dimos mínimos cambios.

Kim Thayil: Tuve problemas con partes de “Black Hole Sun”, especialmente esas partes delicadas y arpegiadas del principio, la parte de guitarra que recuerda a un piano. Creo que esa parte y yo no nos llevábamos bien estilísticamente. ¿Como suena? ¿Como una bailarina con su tutu pisando de puntillas un piano? Y eso lo hice con la guitarra. No era mi estilo (aunque) ahora es divertidísimo de tocar, sin duda.

Michael Beinhorn: Tras la primera vez que cantó Chris, se giró hacia mí tras un día entero de trabajo, tras escucharlo y me dice, “No es lo suficientemente bueno”. Es decir, es duro decirle eso a un artista pero cuando un artista te lo dice sobre su propio trabajo, te quedas en plan, “Quiero a este tío. Esto es fantástico”. Me quedé, “Vale tío. Estoy contigo al 100%. Haz lo que tengas que hacer”. Así que vino una semana después, se metió ahí e hizo la voz que oyes ahora.

Chris Cornell: En lo que a letras se refiere, no parecía ser algo fácilmente explicable. Para mi era bastante en plan lluvia de ideas. No lo revisé y lo edité. Es tal como vino y ya. Parecía ir bien y lo dejé. Pero es muy esotérico y lo único que, creo, tiene sentido, en términos de como pudo ser un éxito internacional, es cantar el estribillo. Pero cuando no lo analizas o ni siquiera piensas en ello, solo dejas que sea lo que es creativamente, quizá le llegue a la gente porque no hay una mente analítica contaminándolo.

Ben Shepherd: Me recordó de innmediato a Stevie Wonder, que me encanta. Fue como, ahora si somos diversos de verdad; ahora ampliamos nuestras capacidades y estilos. No somos solo esa estúpida banda grunge.

Chris Cornell: Una de las razones por las que “Superunknown” tiene tantas canciones es porque no queríamos discutir cuales deberían quedarse fuera porque no tenemos porqué opinar lo mismo. Así que metimos todo y era el máximo tiempo que podíamos ocupar en un compact disc en aquella época. Tras ello, nos importaba bastante poco cuales iban a ser los singles.

Kim Thayil: No sabíamos que iba a cambiar cosas pero teníamos una fuerte sensación de que iba a ser una canción exitosa. Creo que oímos una cassette con demos que iban a aparecer en “Nevermind” que los chicos nos dieron e, inmediatamente, oímos “Smells Like Teen Spirit” y Ben dijo, “Oh dios mío, ese va a ser su éxito. Va a ser tremendo”. Y cuando teníamos algunas demos de “Superunknown”, Hiro Yamamoto, el bajista fundador, se pasó por el estudio y al escuchar “Black Hole Sun”, dijo, “Oh madre mía, tíos, eso es un éxito”.

Chris Cornell: La única vez que los singles se convirtieron en un problema fue tras “Black Hole Sun”, cuando el sello quería sacar “Fell On Black Days”, como tercer single. “Black Hole Sun” se convirtió en el segundo single porque las radios empezaron a ponerla y estaba bien pero pensar que “Fell On Black Days” fuese el tercer single, para nosotros, estaba mal porque había muchos fans nuevos ahí afuera a los que no queríamos dar una impresión equivocada de como sonaba el álbum o quien éramos como banda. Sentimos que lo último que queríamos era que un montón de gente comprara el álbum y no le gustara. El sello nos advirtió que si no la escogíamos como single perderíamos el empuje en la radio y perderíamos empuje en las listas y empezaríamos a vender menos discos y la vida del álbum se acortaría. Nosotros insistimos en “My Wave” como tercer single y pasó todo eso (risas) Pero no lo representamos inadecuadamente y eso era importante para nosotros.

Jack Endino: Hay muchos cocineros en la cocina cuando estás con Soundgarden porque ninguno de ellos es estúpido y todos tienen muy buenos oídos. Entienden de tecnología; no les puedes hacer perder el tiempo con mierdas. Es decir, son inteligentes.

Michael Beinhorn: Estoy bastante convencido de que esos tíos no ven el proceso de hacer un disco desde la misma perspectiva que yo. Y creo que eso causó muchas fricciones. Sabes y, el hecho de que esos tíos no siempre se llevaron tan bien. Hubo muchos enfrentamientos.

Jack Endino: Las historias de sus enfrentamientos con Soundgarden son divertidas porque siempre he oído hablar de ellas de forma elíptica a lo largo de los años y siempre pongo los ojos en blanco y digo, “Si”.

Michael Beinhorn: Les dije que tenían que trabajar más y componer mejores canciones, porque no se me ocurría otra cosa que decirles. Sabes, para que hicieran el disco que tenían que hacer. Ahí mismo, creo que eso creó algunos problemas. Pero me sentía tan enfático al respecto: el potencial para hacer este grandioso disco era inmenso. Si pudiéramos hacer una pequeña parte, iba a ser un disco maravilloso.

Chris Cornell: Creo que si hubo alguna tensión tuvo más que ver con temas de productor que cualquier otra cosa. Nunca fuimos una banda que necesitara un productor. Siempre habíamos sido capaces de hacer nuestro propio disco. Los productores estaban ahí para que el sello discográfico confiara en que su inversión no se iba a malgastar (risas)

Michael Beinhorn: Por la razón que fuese, creo que Chris se sintió bastante incómodo porque estuviera yo o cualquiera ahí analizando su voz. Así que creamos un ambiente en el que pudiera hacer la mayoría de sus voces solo.

Chris Cornell: Creo que “Superunknown” tenía más tensión que algunos de los (otros) discos porque era un tío nuevo con el que nunca habíamos trabajado antes que parecía estar muy interesado en inventar la rueda en cada momento, y cuando no funcionaba, que era casi siempre, alejábamos el disco de él.

Adam Kasper: Creo que cada músico, particularmente Matt y Chris ya al principio, empezaron a decidir cual era la toma a mantener. Matt no hace 49 tomas y Michael fuerza a hacer tantas. Matt siempre ha sido un tío de dos-tres tomas.

Ben Shepherd: Recuerdo a Beinhorn hablando mucho por el micro ‘talkback’ y nosotros nos poníamos con “Kumbaya”. Cada vez que trataba de hablar con nosotros, empezábamos a tocar y a cantar “Kumbaya”.

Adam Kasper: La puerta del cuarto de control que es una puerta insonorizada, acabó fuera de las bisagras por obra de Beinhorn. No fue tanto por su cabreo y más por ser una gran puerta y, una vez empezó a hacer oscilar la puerta, se salió (de las bisagras). Porque lo volvimos a hacer en el siguiente disco. Kim dijo, “No sé ni como la rompió él solo”. Era un clásico.

Michael Beinhorn: A largo plazo, una pensaría que, en algún momento, debió haber una cruce de caminos porque las cosas se hicieron insostenibles, en plan, “Él quiere hacer esto pero nosotros queremos hacer esto”. Hubo ciertos momentos en los que quizá yo, pensándolo, debí pensar, “Guau, me pregunto si el otro zapato también caerá así”.

Kim Thayil: Pero el conflicto nunca llegó a las manos.

Chris Cornell: Nos forzó a no apoyarnos en nadie y a unirnos más como banda y responsabilizarnos de lo que hacíamos. De algún modo, quizá ese sea uno de los atributos de Beinhorn como productor porque sin duda estuvo involucrado en muchos de los discos que me parecían geniales, motivo por el que pensé que era la elección perfecta – y no hay duda de que “Superunknown” salió genial pero creo que tiene más que ver con el hecho de que teníamos ese adversario necesario en el estudio que nos juntó más como grupo.

Ben Shepherd: Siempre éramos así. Siempre éramos así cuando estábamos juntos. Es como, estás con nosotros o contra nosotros. Y si no estás en la banda, básicamente, te decimos “no”.

Chris Cornell: Siendo justos, creo que Soundgarden teníamos esa mentalidad de ‘nosotros contra todos’ desde que empezamos, así que Michael simplemente lo sacó de nuevo. Todo el mundo lo hizo siempre. Y probablemente lo siga haciendo.

Kim Thayil: Una metáfora que sacó Ben o Chris fue que hay cinco dedos y nosotros trabajamos bien como un puño cerrado. No es una mala metáfora si hablas de hard rock.

Michael Beinhorn: No les puedo culpar totalmente por eso; entiendo lo que hace que una persona sienta que hace algo realmente precioso y no quiere que venga alguien y diga, “Vamos a hacerlo así”. Pero al mismo tiempo, es difícil para alguien en mi posición porque quieres hacer tu trabajo. No quieres simplemente decirle que si a todo a la gente con la que trabajas y hacer que se sientan bien porque eso quizá sea gratificante a corto plazo pero a la larga, no creará algo que vaya a tener significado para alguien.

Adam Kasper: Todo el mundo tuvo momentos de frustración, incluido Beinhorn. Todos. Estuvimos encerrados en una habitación seis meses. Pero también diré que tuvimos muchos buenos momentos y risas. Fue una experiencia emocional estar ahí con seis, siete, ocho tíos todo el día, con auriculares a todo volumen – lo cual es algo irritante tras 12 horas – y tratando de ir más allá de los límites.

Kim Thayil: Recuerdo que se pasó Josh Homme y se pasó Billy Corgan. Pearl Jam estuvieron. Recuerdo que Josh Homme quería jugar a ping-pong después de que Adam Kasper y yo hubiéramos comido mucha comida india. Así que estábamos bastante hinchados y amodorrados, y nos dice, “Tío, ¡juguemos a ping-pong!” Y le dije, “Si juego a ping-pong tengo que jugar contra alguien tan hinchado y amodorrado como yo”. Recuerdo que la conversación fue algo así como, “Venga tíos, ¡juguemos!” y decirle, “Tío, no me puedo mover”.

Adam Kasper: Corgan estaba en la ciudad y algo había pasado con su bus de gira. No pudieron llegar a tiempo desde Portland por una tormenta así que se pasaron a llevarse prestado algo del material que teníamos y se sentó ahí a ver qué hacíamos. Vino más gente. Los chicos de Nirvana se pasaron. Recuerdo que Breeders también estuvieron mucho. Johnny Cash estuvo increible. Estuvo un tiempo; se estaba haciendo un disco de tributo a (Willie Nelson) así que estuvo en Seattle, en el estudio. Mucha gente pasaba y veía el rollo de la escena.

Kim Thayil: Teníamos una PlayStation. Recuerdo a Chris jugando a algunos juegos de carreras y de vez en cuando al “Doom”. Recuerdo estar ahí sentado durante, dios, quizá un par de horas, viendo a Chris jugar al “Doom”; quedé abstraído con los gráficos y la naturaleza del juego – y quedé bastante mareado porque si solo ves un videojuego y no juegas, es como ser pasajero de un coche que va a toda velocidad. Si, recuerdo comer sandwiches mientras miraba a Chris jugar al “Doom”.

Michael Beinhorn: Tengo algunas buenas grabaciones suyas haciendo versiones de Kiss sacadas ahí de la nada.

Adam Kasper: Fue un poco como “El resplandor”. Íbamos tirando fruta a los altavoces. Te vuelves loco después de un rato.

Chris Cornell: Casi hacemos que echen a Adam Kasper. Era el único empleado del estudio cerca de nosotros, el tío al que le estaba permitido estar cerca de nosotros. En un momento, creo que nos pusimos bastante destructivos y él no nos detuvo – casi destrozamos la sala de control – y casi le echan. Lo único que nos detuvo e hizo que moderáramos nuestro comportamiento fue el hecho que no queríamos que el pobre Adam perdiera su trabajo.

Kim Thayil: Bill Nye estaba montando un episodio sobre el sonido y nos pidieron si podían echar un vistazo a los entresijos de un estudio de grabación y dijimos que si. Sacaron algunas imágenes de la banda y Adam Kasper en la mesa de mezclas. Creo que describimos todo el proceso de grabación como una pajita gigante.

Ben Shepherd: Así que Ben Nye, the Science Guy, vino y tocamos “Kickstand” para ellos. Creo que fue justo antes de empezar a mezclar así que el disco estaba hecho e hicimos un segmento completo. Si, es un extraño episodio con Bill Nye hablando de sonido con Soundgarden.

Kim Thayil: Siempre tuvimos debilidad por los programas infantiles educativos de televisión. Siempre dijimos que si nos pedían hacer algo para “Barrio Sésamo”, lo haríamos, y no es ninguna broma.

Tad Doyle: No recuerdo que fuesen unos grandes fiesteros. Kim se tomaba un par de cervezas pero nunca parecía estar descontrolado. Quizá Ben se tomaba algunas más que Kim pero parecía que Tad siempre estaban algo más liberados que ellos.

Kim Thayil: Habían algunas historias circulando por ahí en plan, “Oh, todos beben y destrozan cosas”. Si pero no más de lo que haríamos estando sobrios, ¿sabes? No más que lo que les gusta hacer a los atletas profesionales en los vestuarios o los políticos en sus oficinas.

Ben Shepherd: Me aprendí “4th of July” colocado – y no había fumado maría desde hacía muchísimo tiempo, fue raro. Volví al estudio al día siguiente para hacer mi pista de bajo y fue como, “¡Dios mío! ¿Como terminé afinando esto? ¿Qué está pasando?”

Chris Cornell: En los primeros tiempos de Soundgarden, sin duda durante el periodo de “Superunknown”, cuando no estaba de gira era la época en la que terminaba bebiendo más. Y era consciente de ello. Hay tanta adrenalina a diario estando de gira que no sabes qué hacer cuando termina una gira. Fue algo que había leído muchas veces de diferentes músicos que habían salido mucho de gira y que eran conocidos por abusar de las sustancias, que no era tanto la carretera el peligro sino el estar alejado de ella. Y me arrepiento tanto de ello. Aunque no creo que fuese inteligente querer cambiar nada, creo que podría haber sido más productivo a los veinte y parte de los treinta de no haber sido alcohólico. Por ejemplo, no teniendo que recuperarme de la noche antes para poder centrarme en la creatividad. Porque nunca compuse nada estando bajo la influencia de nada; eso nunca funcionó. La otra cara de ello es que cuando dejé todo, no tuve esa crisis de, “¡Oh no! ¿Como voy a ser creativo ahora sin ninguna ayuda?”

Kim Thayil: Creo que la banda tenía una hostilidad particular hacia la tolerancia con las drogas, en general. Creo que siempre he odiado eso del rock, ya desde adolescente. La cosa se hacía muy repulsiva siendo niño y ver el modo en que los rockeros se comportaban en los 70 y como abordaban su éxito con las payasadas del backstage. Es un montón de mierda. Me encantaría que la gente se callara y, sabes, tocara su disco. Y esa es la cosa, en este caso, cuando tienes conocidos y amigos que andan luchando y con problemas: no hay ninguna razón por darle romanticismo o glorificar eso. Es una situación realmente desgraciada.

Jeff Ament: Recuerdo ir y verles en algún momento del principio de la grabación. Y luego salimos de gira por un tiempo que pareció largo y recuerdo que cuando volvimos, “Oh, si, Soundgarden siguen ahí metidos”.

Adam Kasper: Hubieron momentos en los que no estábamos seguros de lo que teníamos. Había alguna pregunta, como si estaba todo terminado o, “Guau, ¿funcionará esto?” Porque era bastante extremo en términos de sonidos, por aquel entonces.

Michael Beinhorn: Llevé el disco a masterizar y el ingeniero la jodió – quedé estupefacto. Dos días y medio y no pudo masterizar el disco. Empecé a dudar de mi propia capacidad y me dije, “Oh dios mío, creo que tengo una bomba en mis manos”. Luego la banda lo llevó para que lo masterizara alguien en un día. La gente quedó muy contenta y yo recibí el disco y no estaba contento. Pensé que Brendan (O’Brien) no comprendió el disco. Así que, de algún modo quedé desconcertado; me pareció que se había suavizado un poco. Pero, por supuesto, había invertido tanto en ese punto que creo que mi objetividad se había perdido por completo.

Chris Cornell: Creo que, probablemente cuando llevábamos una semana mezclando, entendí el alcance del álbum y lo poderoso que era y lo que habíamos creado.

Michael Beinhorn: No creo que nos despidiéramos en las mejores circunstancias. Al final, creo que todos estábamos demasiado cansados y fue una de esas cosas en las que, sabes, fue como, “Vale, está hecho. Ahora piérdete”. Bueno, no creo que fuese tan extremo; no quiero decir con resentimiento pero, creo, todos habíamos terminado. Fue, sin duda, difícil de hacer.

Ben Shepherd: Mi canción favorita es la canción de Matt “Fresh Tendrils”. Simplemente tocarla, me encanta. No me gusta tanto la mezcla. Probablemente la que menos me guste, a nivel de sonido y tocarla, sea “Half” (compuesta por el propio Shepherd). Tengo que estar de acuerdo con el 95% de los fans que odian esa canción.

Adam Kasper: Hay algo que creo es realmente interesante. Beinhorn me dijo que siempre tenía esa agenda de música electrónica cuando estuvo haciendo ese disco porque era de Nueva York y trabajó con Bill Laswell (músico experimental) y andaban muy metidos en el enfoque de música electrónica en los 90. Creo que quería incorporar algo de eso en un disco de rock. Creo que de alguna manera lo hizo, con la manera en que las cajas y demás están sobrecomprimidas. Lo escuché hoy y me quedé en plan, “Oh si, hace eso”. Mola.

Jack Endino: No soy un gran fan de la producción. Está bien. Es algo ruidoso cuando lo oyes. La producción captura una sensación, lo cual creo que es bueno, pero es un disco de sonido raro si lo escuchas con oídos técnicos. Aún así, el tema es que, es un disco como una pieza artística y tienes que darle mérito a Michael Beinhorn por capturar algo, porque tenía una especie de visión de como quería que sonara. No suena a ninguno de los otros discos de Soundgarden así que, sónicamente, me hace rascarme la cabeza un poquito como ingeniero. Pero, emocionalmente, funciona extremadamente bien como disco, y eso es lo que cuenta.

Jeff Ament: Puedes oír las personalidades individuales en las canciones. A veces todos juegan entre ellos y a veces pelean entre ellos. Creo que a veces cuando peleaban, cuando sus partes no encajaban unas con otras, podías darte cuenta que si una parte era demasiado heavy, quizá Ben tocaba algo super raro y extraño. Eso hace el disco tan interesante para mi. Es un disco realmente bonito.

Adam Kasper: No suena como un anquilosado disco de los 90. Los sonidos, el enfoque, todos somos bastante análogos y orgánicos pero también de buscar superar límites, y por eso creo que sigue sonando bien hoy día.

Jeff Ament: “Ten” lo petó tanto que creo que cuando “Superunknown” se hizo grande, dio la sensación de, bueno, al fin la banda que merece el éxito logra el éxito porque no creo que tuvieran el éxito que tuvimos o el que tuvo Nirvana con “Nevermind”. Personalmente, siempre sentí que Soundgarden y Mudhoney merecían más. Eran tan buenos en lo suyo. Tan pronto oí el disco supe que un par de las canciones iban a ser inmensas.

Jack Endino: Trabajaban muchísimo, sabes. Creo que es lo que terminó por separarles unos años después porque dejó de ser divertido. Sabes, por eso el siguiente disco, la continuación de “Superunknown” nunca iba a lograr igualarlo. (“Down on the Upside”) siempre me ha dado la sensación de ser un disco algo depresivo. Tiene esa sensación de, “Espera, ¿qué vamos a hacer? ¿Como vamos a superar esto?”

Jeff Ament: Es algo asombroso: puse el disco ayer mientras conducía, y aunque Chris compusiera la mayoría de las canciones, es un disco tan de banda. Puedes oír la influencia de todos en las canciones y el disco tiene de todo. Hasta tiene momentos de banda sonora, esas etéreas partes de los puentes y las intros.

Jack Endino: Eso es lo que llamó mi atención de “Superunknown”: las canciones son buenas piezas compositivas. Son grandes interpretaciones pero no hay una mala canción en el disco. Lo cual es bastante bueno para un disco con tantas canciones.

Kim Thayil: Algunos de mis álbumes favoritos, ya fuese el “Space Odity” de Bowie o el “Rocks” de Aerosmith, los sigo oyendo y siguen aguantando el paso de los años. Aún tienen profundidad. Y me gusta el modo en que “Superunknown” logra aguantar mi atención y afecto; eso me dice que estamos haciendo algo bien.

Michael Beinhorn: Saber que ha influido a tanta gente musicalmente, que ha llegado a tanta gente y le ha ayudado a seguir adelante con su vida, para mi, es por lo que puedo estar más orgulloso. Saber que jugué un papel en eso, significa muchísimo. Estoy eternamente agradecido haber podido ser una pequeña parte de ello.

Chris Cornell: Incluso superamos mis mejores expectativas, lo cual es bastante difícil de hacer.

Ben Shepherd: Sé una cosa sobre Soundgarden: siempre buscamos llegar a los 20 años. Nos centramos en intentar hacer algo que valga la pena sacar. Nuestro lema es, “Siempre pondremos nuestro mejor pie delante”.

IN ENGLISH

Somewhere between a man beating himself bloody with spoons and a producer ripping a door off its hinges, Soundgarden made the record they’d been waiting nine years to unleash. Already beloved in the Seattle rock scene, and reaping the benefits of their town’s early ’90s grunge celebrity alongside their friends Nirvana and Pearl Jam, the band’s previous album, 1991’s Badmotorfinger, had gone platinum and earned a Grammy nomination for Best Metal Performance. They’d helped spur Sub Pop records on to greatness, hit the road with Guns N’ Roses, and commanded the mainstage of Lollapalooza.

But the band that so identified with muscular, pistoning hard-rock believed they were also capable of a deeper pop melodicism, of more nuanced anthems. By the summer of 1993, frontman and guitarist Chris Cornell, a longtime Beatles and Pink Floyd devotee, and bassist Ben Shepherd, a blithely experimental hand with tunings and dynamics, had begun crafting songs that would defy headbangers’ expectations. They recruited the producer Michael Beinhorn — who’d helmed releases by the Red Hot Chili Peppers and Soul Asylum — to help realize their ambitions.

The six months of recording, engineering and mixing that went into Superunknown did not progress as in-step with that idealism. The band clashed constantly with Beinhorn — whose methodical repetition was at odds with their down-and-dirty recording habits — and all began to doubt the results. But their vindication would come, unsubtly, in the radio ubiquity of «Black Hole Sun,» two Grammy wins, and the enduring career the band had cemented for themselves as a result of the album’s success. Furthermore, the record handily dispelled any notion of Soundgarden being reductive metalheads: From the roiling surf-pop guitars of «My Wave,» to Cornell’s menacing, discomfiting vocal operatics on «Mailman,» to the tetchy, bluesy crawl of «Limo Wreck,» and the Gonzo nonchalance and psychedelic-pop agility of «Black Hole Sun,» Superunknown thrived in its eccentric outer limits.

Here, 20 years after the album’s release, is the story behind its creation from the people who were there, plus a Bill Nye the Science Guy cameo, because Seattle was pretty weird back then.

Chris Cornell, singer/guitarist: We started as a band in 1984, so I look at Superunknown as being kind of a later period, the moment when we were actually kind of reinventing who we were and pushing the boundaries of what we did, broadening our creative approach to a record.

Jack Endino, producer of Soundgarden’s 1987 debut EP, Screaming Life: Soundgarden was a really good band from the get-go, like Nirvana. It was just a matter of not screwing it up as a producer.

Tad Doyle, singer/guitarist of TAD: Everybody loved Soundgarden. They were hometown heroes. They were the first band to actually put out something on a major label.

Michael Beinhorn, co-producer of Superunknown: Back then, you just had a feeling about certain artists; you knew what was going to happen with their next record even before it was made. And with Soundgarden it was like, if they make a really great next record, their careers would be made.

Adam Kasper, assistant engineer of Superunknown: They’d already done a couple good records. It was definitely time to hit one out of the park. Chris was in his prime, songwriting and singing. He also pushes himself pretty hard.

Chris Cornell: I felt very proud to be part of a music scene that was changing the face of commercial music and rock music internationally, but I also felt like it was necessary for Soundgarden — as it was for all of these Seattle bands — to prove that we deserve to be on an international stage and we weren’t just part of a fad that was based on geography. I knew we had the ability to do that, and I also knew that the timing was important. This was the time. It was a mixture of these amazing moments of inspiration, and just the sheer sort of stress, and sweating bullets, and the actual grueling, nose-to-the-grindstone effort.

Jeff Ament, bassist of Pearl Jam: We were on tour with them the year before recording Superunknown, and Lollapalooza, and I just remember that being a blast. We had both been touring a lot: we had been touring on Ten, and they had been touring on Badmotorfinger. I think that Lollapalooza being the end of the cycle for both of us, it was just fun to hang out with your friends. They were on the side of the stage when we played, and we were on the side of the stage when they played. It’s one of my fondest touring memories.

Michael Beinhorn: My impression was that they had already pretty much decided on which producer they were going to work with — I think it might have been Rick Rubin — but I was kind of prodded to go in and take a meeting with them anyways, so I was like, «Ok, cool.» And we met and, somehow, we hit it off.

Adam Kasper: I was kind of the main engineer that was running Bad Animals Studio, which was a new, state-of-the-art room. That was one of the places that was doing a lot of Sub Pop rock stuff around town. I knew some of the band members of Soundgarden and when I knew they were working with Beinhorn, I reached out to him early on and said, «Hey.» Just introduced myself and was excited to work on it.

Michael Beinhorn: I wanted to take every possible opportunity to make the very best, most interesting, and most arresting record that we possibly could make, so that was my goal going in. I think that there was a lot of extra pressure, because I made it very clear to them how I felt about the project and what I felt this record meant to them. I mean, I didn’t even think about the long-term ramifications of something like that, although that kind of stuff is really, really important, too.

Tad Doyle: Soundgarden’s always been, to me, very innovative and always pushing the envelope for what they were trying to do. Especially when Ben Shepherd got in the band. That guy is an amazing songwriter on his own, so when they started writing together, it was something special.

Kim Thayil, lead guitarist: There isn’t one pilot of Soundgarden. If there were, it would be a lot easier to manage something thematically or have a particular vector that would sway our momentum or direction. There’s four guys producing material and providing criticism on the material, so it’s a very dynamic process.

Jack Endino: The lineup had changed a bit. You had Ben Shepherd in the band, and his songwriting contributions and creative input were sort of integrated in at that point. Chris Cornell was now writing more of the music. In the old days, a lot of the songs were written by Kim Thayil and [founding bassist] Hiro Yamamoto.

Ben Shepherd: When I joined the band, I started bringing in weird tunings. Everybody started adapting and doing their own songs in weird turnings. They’re all so smart and creative that they’d just go for it, and that was the whole point of being in a band together.

Jeff Ament: You could see a little bit with Badmotorfinger that Chris was starting to stretch out songwriting-wise. I think with Temple of the Dog, too, that gave you a sense that he could go a lot of different ways and he wasn’t just gonna be locked into doing a heavy, odd-time-signatured rock thing. He had a pop element to him, and then he also had kind of weirdo Syd Barrett melodies going on. I think once Matt [Cameron, drummer] and Ben got their influence on the record, that pulled it apart even more.

Ben Shepherd: This is one of the records where we actually brought complete songs in. You know, we didn’t jam them out to get the structures together.

Chris Cornell: «Head Down» was a complete demo Ben had played for me, where he’s singing on it and it’s very similar to what ended up on the record. That was an amazing moment because it was one of those times when I felt like, «This must be what it was like to be in the Beatles,» where one of the band members just walks in and drops a song like that ­— it’s already done and you don’t have to do anything, and you already know it’s going to be one of the best songs on the album.

Kim Thayil: Chris had a four-track — or maybe he had upgraded to an eight-track — so he would do the vocals and guitars and then present it to us to gauge our response. There was some material he wrote that we didn’t respond as enthusiastically to as, say, «Let Me Drown» or «Black Hole Sun.»

Michael Beinhorn: Going into it, I’m not sure if their intent was the same as my intent. I mean, I wouldn’t think for a second that they didn’t want to make a great record, but I don’t think that they wanted to devote the same kind of time and effort to it that I did.

Adam Kasper: Beinhorn had tons of equipment brought in, so we had several drum kits, all kinds of mics. It was really the biggest setup I’ve ever done or seen. I remember we took about two or three days trying to decide what kind of tape to use, how hard to hit the tape, how to align the machines, literally starting from that component. We’d have dozens of mics on the cabinet trying to find the one that worked. It was all driven by Beinhorn. We were used to working much quicker, so that was interesting.

Kim Thayil: I remember being inside the studio a lot while outside was a sunny and warm day, which is kind of rare in Seattle.

Michael Beinhorn: The very first song that we recorded was «Kickstand.» That was after spending about five days to a week getting the kind of drum sound that I was looking for. I’m going to say that Matt ran it down between 15 and 20-plus times, which is a lot to track a song.

Soundgarden at work on <i>Superunknown<i>/ Photo by Kevin Westenberg
Soundgarden at work on Superunknown Photo by Kevin Westenberg

Jeff Ament: A song I really, really love is «Kickstand.» I think that’s because that’s a song he wrote about his bike, and my relationship with Chris is forever tied to riding our bikes. That song really does something personal for me.

Chris Cornell: It does remind me of that period, too. I think after Andy [Wood, mercurial singer of post-Green River, pre-Pearl Jam glam-rock outfit Mother Love Bone] passed away, Jeff and I spent a lot of time riding mountain bikes through the hills of Seattle and talking. That’s one of my best memories from that period, really.

Jeff Ament: I probably got to know Chris the best after Andy died. We hung out probably twice a week. We’d go on bike rides, usually at night in some of the big parks in Seattle. They usually culminated with a fire on the beach and a bottle of something. I think it was a little bit of us trying to understand why Andy was dead. It helped us move through that. It was more helpful than going to a bar or just staying at home and feeling sorry for ourselves.

Chris Cornell: My history of singing has always probably been closer to a David Bowie approach than, for example, an AC/DC approach. I never thought of myself as being the singer that wanted to create an identity and then stick to that. As a child, I was this record collector/listener that would sit in a room and listen to the entire Beatles catalog alone, over and over and over again. I think that affected my vocal approach because there were four singers in that band, and I never knew who was singing what. I was a little kid; I didn’t really care. I thought that’s what rock music was and I thought that’s what making an album was: You sang in the style and with the feel that the song was asking for. Superunknown is a great example of that. From song to song, I would approach it in the way I felt was the most natural for it. Who was this person singing this song? What are they singing about? What should that person sound like? That’s how I would approach it, and often times, that would be the most difficult part of the whole process for me: finding the right voice that felt the most natural for that song.

Adam Kasper: Doing the vocals was challenging in a lot of ways. Chris sings full-voice on some of these songs, and one of the problems was being able to get the headphone mix up above his internal volume. So when you’re singing and you’re screaming, you can hear yourself, but you have to hear the music up above and it’s just so loud and feeding back.

Artis the Spoonman, musician on «Spoonman»: They were getting raves whenever they played in Seattle, but otherwise, I didn’t really know them. I knew, and still do know, Ben’s sister. I’d been [performing] on the sidewalks — I was very visible — and I remember seeing Kim. Kim’s about as visible as you can be when you don’t know him.

Chris Cornell: «Spoonman» wasn’t written for any album. It was just written for fun. The band had heard the demo that I had done at home, and I think someone, maybe Kim, approached me and the band and said, «This is actually a fun song for us to do.» The demo was just acoustic guitars and no drums, just kind of banging on pots and pans.

Ben Shepherd: That was a rocker. That was from that big setlist that Matt Dillon’s character [in the 1992 Cameron Crowe film Singles] had when they broke up. [Jeff Ament] had written down fake song titles for the band to have. And Chris was on set ‘cause he’s in the movie, and his gift to Cameron was to write songs for that whole setlist, and «Spoonman» was one of them.

Artis the Spoonman: They invited me to do a spot between the Melvins and them in a pretty prestigious venue in Seattle. When I was there, Chris’ wife at the time and the band’s manager were backstage and told me that Chris was writing a song called «Spoonman» and would I like to record on it when it gets finished? I said, «Yeah, sure, no problem.»

Michael Beinhorn: Basically, Artis shows up and he’s wacky; he’s like a street musician. Basically, I guess, sort of homeless. And he comes in with a roll that he spreads in front of him, and it’s full of, like, spoons and these metal implements and stuff like that, and I’m like, «Oh my God, what the hell is going to happen?» He takes his shirt off, and he’s like, «I hope someone’s got a video camera here, because you’re going to want to film this.» We start running the track, and he just starts picking these tools up, and he strikes the living crap out of himself with them. I’m not talking about light slaps, either; some of them are big, hard pieces of metal. Within a very short period of time, there was blood flying everywhere. It was actually quite beautiful to watch because he was almost like a dancer; it was flowing and graceful. And, you know, he’s very talented with these instruments, but it was also incredibly brutal. I think we got like five or six passes with him, and he was just beaten bloody and exhausted by the end of it. It was really, really amazing. I mean, he’s definitely an artist in many senses of the word. It was one of those things I will never forget as long as I live. I wish everyone could have seen what he did.

Artis the Spoonman: I probably played one bottom spoon, maybe two top spoons, the same pair of sticks any time that I play them, and a pie-serving spoon. [In] the instrumental, the bell sound: That’s a pie-serving spoon. So I played a maximum of eight or nine spoons out of the 20-some I carry. I may well have played a wooden spoon; I can’t remember.

Adam Kasper: I was surprised that was chosen as the first single. I had heard when it came out that Artis was slightly underwhelmed or disappointed. He thought maybe there should have been more spoons, and louder.

Artis the Spoonman: The very first time I heard it, I thought, «Oh, you’re kidding right? Do not, do not go there.» You know, «Save me?» I mean, give me a break. Oh my God. It’s, like, way over-the-top exaggeration. You don’t walk up to anybody and say, «Save me.» You don’t walk up to your favorite general, or priest, or rock star. That’s pretty peculiar.

Michael Beinhorn: It’s funny because it wasn’t really my favorite song. I just thought to myself, «What’s the deal with this?» And then when it came out, people went nuts over it. It’s always cool to think that you may have a blind spot that other people can see. You learn something new every day.

Cornell and his Pooch Bill / Photo by Kevin Westenberg
Cornell and his Pooch Bill Photo by Kevin Westenberg

Artis the Spoonman: One thing that really kind of disappointed me was when they received a Grammy. You go up there and you thank all the producers — which, you know, that’s what you’re supposed to do. But they didn’t thank me. I think they had a big screen of me playing in the background so they just ran out of time. Personally, it was one of my weak moments.

Ben Shepherd: I’m really bummed about that because Artis should have gotten a Grammy, too, and I didn’t speak in the microphone and thank my mom and everybody. Nobody mentioned him and he didn’t get one. I still regret that; I still want to get one made for him. He’s the namesake of the damn song; he plays on it, too. It’s only fair.

Michael Beinhorn: I didn’t even know we’d been nominated for a Grammy until someone sent me that — what is it? Not a plaque. A piece of paper. It was in a category where a producer doesn’t actually get an award [Best Metal Performance].

Artis the Spoonman: But who ever had a Grammy Award-winning song, a multiplatinum song about himself? The cross between the responsibility and just the joy and the privilege and the honor. I don’t know if I should use «honor,» but it is an honor. My goodness. All my life, I wanted to be a rock star. People laughed at me; I had no musical buddies as a boy. All I did was play along with my bongos or sing along with Elvis in my bedroom for many hours a day, just because I loved it.

Chris Cornell: «Black Hole Sun» was written in a car when I was driving home from the studio one night. Pretty much everything that you hear was written in my head.

Michael Beinhorn: That’s one of the best pieces of music I’ve ever worked on. It’s a beautiful, beautiful song. I remember when I got the demo for it. I got an immediate visceral reaction from it, like it just hit me. I felt like a house had dropped on me. I thought to myself, «This is the kind of thing that a person in my position waits years and years to basically have dropped in his lap.»

Chris Cornell: When I sing it, there are elements of the Beatles in it, and Led Zeppelin that I get from it, and also a little bit of the Syd Barrett era of Pink Floyd. I think the Beatles is one band that, if I’m working on a song arrangement or if I have some idea for a song and there’s a little bit of a Beatles quality to it, I never avoid that. I always will steer into it.

Ben Shepherd: I remember hearing it and just going, «That is the song. Now the gloves are off. Now we have songs to work with for this record.» Chris’ songwriting was just boom. Huge.

Michael Beinhorn: Since Chris had demoed all of his songs really, really well, he had given us a precise roadmap. Arrangement-wise, we made the most minimal changes to it.

Kim Thayil: I had a problem with parts of «Black Hole Sun,» especially the little delicate, arpeggiated parts at the beginning, the guitar part that kind of is reminiscent of a piano part. I think that part and myself, we were stylistically at odds. What does that sound like? Like a ballerina in her tutu kind of tiptoeing on a piano? And then I played that on guitar. That wasn’t really my style. It’s a lot of fun to play now, obviously.

Michael Beinhorn: After the first time Chris sang it, he turned to me after a full day’s worth of work, after listening to it, and went, «It’s not good enough.» I mean, it’s tough to say that to an artist, but when an artist says that to you about his own work, you’re like, «I love this guy. This is fantastic.» I was like, «Okay, man. I’m with you 100 percent. Do what you’ve got to do.» So he came back one week later, went back in, and did the vocal that you hear.

Chris Cornell: Lyrically, it didn’t seem to be something that would be that easily relatable. It was very stream-of-consciousness to me. I didn’t go over it and edit it. It is as it came out, and that’s it. It felt right, and I let it go. But it’s very esoteric and the only thing about it, I think, that makes sense, in terms of how it could have been an international hit, is singing the lines of the chorus. But when you don’t overthink it or even think of it in any way, just let it be what it is creatively, maybe that strikes a chord in people because there’s no analytical mind polluting it.

Ben Shepherd: It instantly reminded me of Stevie Wonder, who I love. It was like, now we’re really diverse; now we’re really stretching our abilities and styles. We’re not just this one stupid fucking grunge band.

Chris Cornell: One of the reasons why Superunknown has so many songs on it is because we didn’t really want to argue over what should be cut, because we didn’t necessarily have the same opinions. So we put everything on it and it was the max amount of time we could put on a compact disc at the time. After that, we didn’t really care what the singles were.

Kim Thayil: We didn’t know that it would change things, but we had a pretty strong feeling it was going to be a successful song. I think we heard a demo cassette of the songs that were going to be on Nevermind that those guys gave us and, immediately, we heard «Smells Like Teen Spirit» and Ben went, «Oh my God, that’s going to be their hit. That’s gonna be huge.» And when we had the demo for some of the material on Superunknown, Hiro Yamamoto, our founding bass player, ran by the studio to say hi and he heard «Black Hole Sun.» He said, «Oh jeez, you guys, that’s your hit.»

Chris Cornell: The only time the singles became an issue was after «Black Hole Sun,» when the label wanted to release «Fell on Black Days» as the third single. «Black Hole Sun» became the second single because the radio stations just started playing it, and that was fine, but the thought of «Fell on Black Days» being the third single, to us, was wrong, because there were a whole lot of new fans out there and we didn’t want to give people the wrong impression of what the album sounded like, or who we were as a band. We felt like the last thing we wanted was to get a bunch of people to buy the album who don’t like it. The label cautioned us that if we didn’t choose that single that we would lose momentum on radio, and we would lose momentum on the charts, and start to sell less records, and then the life of the album would be shorter. We still insisted on it, and «My Wave» was the third single, and all those things happened. [Laughs] But we didn’t misrepresent it, and that was important to us.

» data-placeholder-html=» Play » data-video-width=»620″ data-video-height=»349″> Play

Jack Endino: There’s a lot of cooks in the kitchen when you’re dealing with Soundgarden, because none of them are stupid and they all have really good ears. They understand the technology; you can’t slow them with bullshit. I mean, they’re smart people.

Michael Beinhorn: I’m quite positive that these guys didn’t really see the process of making the record from the same perspective that I did. And I think that caused a lot of friction. You know, and, the fact that these guys didn’t always get along so well. There was a lot of headbutting.

Jack Endino: The stories of him butting heads with Soundgarden are funny because I’ve always heard them sort of elliptically over the years, and I sort of roll my eyes and just go, «Yeah.»

Michael Beinhorn: I told them that I felt that they really needed to work harder and write better songs, for lack of a better word. You know, to make the kind of record that they needed to make. Right there, I think that created some issues. But I just felt so emphatically about it, you know: The potential here to make this great, great record was vast. If we could just make a tiny, little bit of it, it was going to be an amazing record.

Chris Cornell: I think that if there was any tension, it had more to do with producer issues than anything else. We were never a band that particularly needed a producer, anyway. We were always capable of making our own record. Producers often tended to just be there so that the record label would feel somehow confident that their investment wasn’t gonna somehow be wasted. [Laughs]

Michael Beinhorn: For whatever reason, I think that Chris felt very uncomfortable having me or anyone else scrutinize his vocals. So we created an environment for him where he was able to really do most of his singing by himself.

Chris Cornell: I think Superunknown had more tension than some of the records because it was a new guy we’d never worked with before who seemed to be really interested in trying to reinvent the wheel at every turn, and when it wouldn’t work, which was almost all the time, we just took the record away from him.

Adam Kasper: I think each individual player, particularly Matt and Chris early on, started making the calls as to what they thought was the take to keep. Matt just doesn’t do 49 takes, and Michael will push for that many. Matt has always been a two- to three-take guy.

Ben Shepherd: I remember Beinhorn piping in on the talkback mic a lot, and then we would just break into «Kumbaya.» Every time he tried to talk to us, we would just start playing or singing «Kumbaya.»

Adam Kasper: The door in the control room, which is the giant soundproof door, got ripped off its hinges by Beinhorn. It was less his power of anger and more it was just a big-ass door and, once he started to swing it in a bit of a huff, it just went all the way. Because we did it again on the next record. Kim was like, «I don’t even see how he broke it himself.» That was classic.

Michael Beinhorn: In the long run, you would think that, at one point, there would be a parting of the ways, because things would just get so untenable, like, «He wants to do this but we want to do that.» There were certain points where I may, in the back of my mind, have been going, «Wow, I wonder if the other shoe’s going to drop on this.»

Kim Thayil: But the conflict never came to blows.

Chris Cornell: It forced us to not rely on someone else and to become even closer-knit as a band and take responsibility for what it was we were doing. In a way, that might be one of Beinhorn’s attributes as a producer, because he definitely was involved in a lot of records that I thought were great, which is why I thought he’d be the perfect choice — and clearly Superunknown turned out great, but I think it might have more to do with the fact that we had this necessary adversary in the studio to pull us together as a group.

Ben Shepherd: We were always like that. We were always like that when we were together. It’s like, you are either with us or you’re not. And if you’re not in the band then, basically, we tell you «no.»

Chris Cornell: To be fair, though, I think that Soundgarden had an us-against-everyone mentality from day one, so it wasn’t just Michael that brought it out of us. Everyone always did. And probably still does.

Kim Thayil: One metaphor that either Ben or Chris came up with, I think, was that there are five fingers and we work well as a clenched fist. It’s not a bad metaphor if you’re talking about hard rock.

Ace of Bass: Ben Shepherd / Photo by Kevin Westenberg
Ace of Bass: Ben Shepherd Photo by Kevin Westenberg

Michael Beinhorn: I can’t completely fault them on that one; I understand what drives a person to feel so precious about what they’re doing and not wanting someone to come in and say, «We’re going to do it this way.» But at the same time, it’s difficult for someone in my position because you want to do your job. You don’t want to just «yes» people you’re working with to death and make them feel good about what they’re doing — because that may be gratifying in the short run, but in the long run, it doesn’t create something that’s going to have meaning for anyone.

Adam Kasper: Everyone had moments of frustration, including Beinhorn. All of us. We were locked in a room for six months. But I will also say that we had a lot of great times and laughs. It was an emotional experience to be in there with six, seven, eight dudes all day long, cranking loud headphones ­— which is irritating after 12 hours – and trying to really push boundaries.

Kim Thayil: I remember Josh Homme coming by and I remember Billy Corgan coming by. Pearl Jam were hanging out. I remember Josh Homme really wanting to play ping-pong after Adam Kasper and I had just eaten a lot of Indian food. So we were all kind of sluggish and bloated and he was like, «Man, let’s play ping-pong!» and I was like, «If I play ping-pong, it needs to be against someone equally sluggish and bloated.» I remember that conversation like, «Come on you guys, let’s play!» and I was like, «Dude, I can’t move.»

Adam Kasper: Corgan was in town and something happened with their tour bus. They couldn’t make it from Portland because of a storm, so they were gonna borrow some of the gear we had, and he just sat there and checked out what we were doing. Other people would come by. The Nirvana dudes would stop in. I remember the Breeders were around a lot. Johnny Cash was pretty amazing. He was around there for awhile; there was a [Willie Nelson] tribute record being done and so he was in Seattle, just kind of hanging out in the studio. A lot of people would come through and just vibe out on the scene.

Kim Thayil: We had a PlayStation set up in the back. I do remember Chris playing some racing games and occasionally playing Doom. I remember sitting there for, gosh, maybe a couple hours, watching Chris play Doom; I was so engrossed with the graphics and the nature of the game — and it got me pretty dizzy because if you’re just watching a video game and not playing it, it’s like being a passenger in a speeding car. Yeah, I remember eating sandwiches and watching Chris play Doom.

Michael Beinhorn: I have some very good recordings of them doing impromptu songs on the spot, versions of KISS songs.

Adam Kasper: It was kind of like The Shining. We were throwing fruit at the speakers. You kind of go crazy after awhile.

Chris Cornell: We almost got Adam Kasper fired. He was the sole employee of the studio that was around us, the guy that we allowed to be around us. At some point, I think we just got really destructive and he didn’t stop us — pretty much destroying the control room — and he almost got fired. The one thing that stopped us and got us to put our behavior in check was the fact that we didn’t want poor Adam to lose his job.

Kim Thayil: Bill Nye was compiling an episode about sound, and they asked if they could get a peek at the machinations of a recording studio and we said yes. They got some video footage of the band and Adam Kasper hanging around by the mixing board. I think we described the whole recording process as being a giant drinking straw.

Ben Shepherd: So Bill Nye the Science Guy came in and we did «Kickstand» for them. I think it was right before we started mixing, so the record was done and we did a whole segment. Yeah, that’s a weird episode of Bill Nye, talking about sound with Soundgarden.

Kim Thayil: We always had a warm spot for kids’ educational television. We always said if we were asked to do something on Sesame Street, we would do it, and that’s no joke.

» data-placeholder-html=» Play » data-video-width=»620″ data-video-height=»349″> Play

Tad Doyle: I don’t recall them being crazy partiers. Kim would have a couple of beers, but he never seemed to be out of control. Maybe Ben would have a few more than Kim, but it seemed like Tad were always a little bit more libated than they were.

Kim Thayil: There were some stories floating out there like, «Oh, all the guys are drinking or smashing stuff.» Yeah, but no more than we would do when we’re sober, you know? No more than professional athletes like doing in the locker room or politicians do in their office.

Ben Shepherd: I learned «4th of July» stoned — and I hadn’t smoked pot in so long, it was weird. I went back to the studio the next day to do my bass track and I was like, «My God! How did I even tune to this thing? What is going on?»

Chris Cornell: In those earlier times of Soundgarden, certainly through the Superunknown period, not touring was the time when I usually ended up drinking the most. And I had been aware of that. There’s so much adrenaline happening on a daily basis on tour that you didn’t really know what to do with yourself post-tour. That was something that I read many times about different musicians that toured a lot who were known to have substance abuse, that it was actually not so much the road that was a danger but being off. And it’s such a regret that I have. Though I don’t know if it would be smart to want to change anything, I think I could have been more productive through my twenties and part of my thirties had I not been a drinker. For example, not having to recuperate from the night before so that I could focus on creativity. Because I never wrote anything under the influence of anything; that never worked. The other side of that is when I quit everything, I didn’t have that crisis of, «Oh no! How am I going to be creative without help?»

Kim Thayil: I think the band had a particular hostility towards the indulgences of drugs, in general. I think I always hated that about rock, even when I was a teenager. It just got really obnoxious being a kid and seeing the way rock guys behaved in the ’70s and how they address their success with backstage antics. It’s a bunch of bullshit. I wish people would shut the fuck up and, you know, play their record. And that’s the thing, in this case, when you have acquaintances and friends who obviously are struggling and have some problems: There’s absolutely no reason to romanticize or glorify that. It’s really an unfortunate situation.

Jeff Ament: I remember going in and seeing them at some point at the beginning of the recording. And then we went on tour for what seemed like for a long time, and I remember when we came back, seeing, like, «Oh yeah, Soundgarden’s still in there.»

Adam Kasper: There were times when we weren’t sure what we had. There was some question, as it was all kind of done, of, «Wow, is this gonna work?» Because it was pretty extreme in terms of the sounds, back in that day.

Michael Beinhorn: I took the record to get mastered and the mastering engineer completely blew it — like, I was really stunned. It took two and a half days and he couldn’t master the record to save his life. I started to doubt my own ability and I was like, «Oh my God, I think I may have a bomb on my hands here.» Then the band took it to someone else and mastered it in a day. People were happy with it, and I got the record, and I wasn’t happy at all. I thought Brendan [O’Brien] had really missed the point of the record. So I was taken aback somewhat; I felt that it had been softened a little bit. But of course, I’d invested so much at that point that I think my objectivity was completely lost.

Chris Cornell: I think probably a week into mixing, I understood the scope of the album and how powerful it really was and what we created.

Michael Beinhorn: I don’t think we parted under the best of circumstances. By the end of it, I think everyone was just really tired and it was just one of those things that, you know, it was like, «Okay. It’s done. Now we’re rid of each other.» Well, I don’t think it was quite that extreme; I don’t want to say with animosity but, I think, everyone was done. It was definitely hard to make.

Ben Shepherd: My favorite song is Matt’s song «Fresh Tendrils.» Just playing-wise, I love that. I don’t like the mix of it as much. Probably my least favorite, sound-wise and playing-wise, is «Half» [which Shepherd wrote]. I’d have to agree with 95 percent of the fans that hate that song.

Adam Kasper: There is something I think is really interesting. Beinhorn told me that he always had this electronic music agenda when he was making that record, because he was from New York and he worked with [experimental musician] Bill Laswell and they were into a pretty electronic kind of approach to music back in the ’90s. I think he wanted to incorporate some of that into a rock record. I think he kind of did, with some of the way the snares and things are overly compressed. I listened to that today and I was like, «Oh yeah, it kind of does do that.» It’s cool.

Jack Endino: I’m not a big fan of the production. It’s okay. It’s kind of noisy now when I listen to it. The production captures a feel, which I think is good, but it’s an odd-sounding record if you listen to it with technical ears. Still, the point is, it’s a record as a piece of art and you’ve got to give props to Michael Beinhorn for capturing something, because he had some sort of vision of what it would sound like. It doesn’t really sound like any of the other Soundgarden records so, sonically, it makes me scratch my head a little bit as an engineer. But emotionally, it works as a record extremely well, and that’s really what counts.

Jeff Ament: You can really hear all the individual personalities in the songs. Sometimes they’re really playing with each other, and sometimes they’re really fighting each other. I think sometimes when they were fighting, when their parts were playing off of each other, you could tell that if a part was too heavy, then maybe Ben would be playing something super odd and weird against it. That is what makes the record so interesting to me. It’s a really beautiful record.

/ Photo by Michael Tighe
Photo by Michael Tighe

Adam Kasper: It doesn’t sound like a stale ’90s record. The sounds, the approach, were all very analog and organic, but also kind of pushing a lot of boundaries, so I think that’s why it still sounds good today.

Jeff Ament: The Ten record blew up so big that I think when Superunknown got huge, it felt like, well, finally the band that really deserves success is getting success, because I don’t think they had the success on Badmotorfinger that we had or Nirvana had on Nevermind. Personally, I always felt like Soundgarden and Mudhoney deserved more. They were so good at their respective things. As soon as I heard the record, I just knew that a couple of those songs were going to be massive.

Jack Endino: They were working hard, you know. I think this is ultimately why they broke up a few years later, because it just stopped being fun. You know, that’s kind of why the next record, the follow-up to Superunknown, was never going to equal it. [Down on the Upside] has always felt like a slightly depressed record to me. It definitely has a feeling of, «Wait a minute, what are we going to do now? How are we going to top this?»

Jeff Ament: It’s an amazing thing: I threw this record on yesterday when I was driving around and, even though Chris wrote the bulk of the songs, it’s such a band record. You can hear everybody’s influences on the songs and the record is all over the place. It almost has soundtracking moments, these big, ethereal middle bridge parts and intros.

Jack Endino: That’s what caught my attention about Superunknown: The songs are good pieces of songwriting. They’re great performances, too, but there is not a bad song on the record. Which is pretty good for a record with that many songs on it.

Kim Thayil: Some of my favorite albums, whether it was Space Oddity by Bowie or Rocks by Aerosmith, I still revisit them and they still hold up. There’s still a depth to them. And I like the way that Superunknown can sustain my attention and affection; that tells me that we’re doing something right.

Michael Beinhorn To know that it’s influenced so many people musically, that it’s actually touched people and helped them go further in their own lives, to me, is the single most proud thing. Knowing that I played a role in that, it means so much. I am forever grateful to have been a part of it in some small way.

Chris Cornell: We even surpassed my best expectations, which is pretty hard to do.

Ben Shepherd: I know one thing about Soundgarden: We’ve always aimed for 20 years. We really do focus on trying to make something that’s worth being out there. Our motto is, «We will always put our best foot forward.»

Historias detrás de «Superunknown»

Historias detrás de «Superunknown»

New oral history of Soundgarden’s Superunknown

Soundgarden, from left: Matt Cameron, Kim Thayil, Chris Cornell, and Ben Shepherd.

Sacado de // From –> carticles/oral-history-soundgarden-superunknown-anniversary-reissue/

Somewhere between a man beating himself bloody with spoons and a producer ripping a door off its hinges, Soundgarden made the record they’d been waiting nine years to unleash. Already beloved in the Seattle rock scene, and reaping the benefits of their town’s early ’90s grunge celebrity alongside their friends Nirvana and Pearl Jam, the band’s previous album, 1991’s Badmotorfinger, had gone platinum and earned a Grammy nomination for Best Metal Performance. They’d helped spur Sub Pop records on to greatness, hit the road with Guns N’ Roses, and commanded the mainstage of Lollapalooza.

But the band that so identified with muscular, pistoning hard-rock believed they were also capable of a deeper pop melodicism, of more nuanced anthems. By the summer of 1993, frontman and guitarist Chris Cornell, a longtime Beatles and Pink Floyd devotee, and bassist Ben Shepherd, a blithely experimental hand with tunings and dynamics, had begun crafting songs that would defy headbangers’ expectations. They recruited the producer Michael Beinhorn — who’d helmed releases by the Red Hot Chili Peppers and Soul Asylum — to help realize their ambitions.

The six months of recording, engineering and mixing that went into Superunknown did not progress as in-step with that idealism. The band clashed constantly with Beinhorn — whose methodical repetition was at odds with their down-and-dirty recording habits — and all began to doubt the results. But their vindication would come, unsubtly, in the radio ubiquity of «Black Hole Sun,» two Grammy wins, and the enduring career the band had cemented for themselves as a result of the album’s success. Furthermore, the record handily dispelled any notion of Soundgarden being reductive metalheads: From the roiling surf-pop guitars of «My Wave,» to Cornell’s menacing, discomfiting vocal operatics on «Mailman,» to the tetchy, bluesy crawl of «Limo Wreck,» and the Gonzo nonchalance and psychedelic-pop agility of «Black Hole Sun,» Superunknown thrived in its eccentric outer limits.

Here, 20 years after the album’s release, is the story behind its creation from the people who were there, plus a Bill Nye the Science Guy cameo, because Seattle was pretty weird back then.

If you want to read the whole article –> carticles/oral-history-soundgarden-superunknown-anniversary-reissue/